«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Itxu Díaz (La Coruña, 1981) es periodista y escritor. En España ha trabajado en prensa, radio y televisión. Inició su andadura periodística fundando la revista Popes80 y la agencia de noticias Dicax Press. Más tarde fue director adjunto de La Gaceta y director de The Objective y Neupic. En Estados Unidos es autor en la legendaria revista conservadora National Review, firma semalmente una columna satírica en The American Spectator, The Western Journal y en Diario Las Américas, y es colaborador habitual de The Daily Beast, The Washington Times, The Federalist, The Daily Caller, o The American Conservative. Licenciado en Sociología, ha sido también asesor del Ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo, y ha publicado anteriormente nueve libros: desde obras de humor como Yo maté a un gurú de Internet o Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti, hasta antologías de columnas como El siglo no ha empezado aún, la crónica de almas Dios siempre llama mil veces, o la historia sentimental del pop español Nos vimos en los bares. Todo iba bien, un ensayo sobre la tristeza, la nostalgia y la felicidad, es su nuevo libro.
Itxu Díaz (La Coruña, 1981) es periodista y escritor. En España ha trabajado en prensa, radio y televisión. Inició su andadura periodística fundando la revista Popes80 y la agencia de noticias Dicax Press. Más tarde fue director adjunto de La Gaceta y director de The Objective y Neupic. En Estados Unidos es autor en la legendaria revista conservadora National Review, firma semalmente una columna satírica en The American Spectator, The Western Journal y en Diario Las Américas, y es colaborador habitual de The Daily Beast, The Washington Times, The Federalist, The Daily Caller, o The American Conservative. Licenciado en Sociología, ha sido también asesor del Ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo, y ha publicado anteriormente nueve libros: desde obras de humor como Yo maté a un gurú de Internet o Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti, hasta antologías de columnas como El siglo no ha empezado aún, la crónica de almas Dios siempre llama mil veces, o la historia sentimental del pop español Nos vimos en los bares. Todo iba bien, un ensayo sobre la tristeza, la nostalgia y la felicidad, es su nuevo libro.

La manta

29 de febrero de 2024

En mayo de 1994 el ex director de la Guardia Civil, Luis Roldán, fugado a París, dijo a los periodistas Manuel Cerdán y Antonio Rubio: «O tiro de la manta o me pego un tiro». No era para menos. Estaba condenado a 31 años de cárcel por malversación, cohecho, fraude fiscal y estafa. Y estaba solo en la condena, pero no solo en el trinque. Es decir, era puro PSOE.

Tras la amenaza, ni tiró de la manta —al menos, no demasiado— ni se pegó un tiro. Veinte años después confesó que decidió no hacerlo tan pronto como comprendió que solo dejaría con el culo al aire a cuatro o cinco personas de tercer nivel, y que los poderosos seguirían «tan abrigados como siempre». Una prueba cualquiera de que la historia del PSOE es un suculento recorrido por la historia de la corrupción política en España: nada ocurrió tras decir Amedo que se disponía a demostrar que «Felipe González fue la X de los GAL».

Volviendo al siglo XXI, en su entrevista en Onda Cero de este miércoles, Ábalos dice que no tiene «ninguna manta» de la que tirar. Por supuesto, la tiene. Y no es una manta, sino una inmensa alfombra persa. Sin embargo, es lo bastante inteligente como para seguir jugando por ahora su carta de rey destronado; pobre hombre, sin secretaria, cada vez que lo pienso se me encoge el corazón. Ábalos está ya para portada de folleto de Manos Unidas.

El paralelismo con los años 90 es inevitable. Primero, por el desfile de personajes chuscos en las situaciones más escabrosas. Segundo, porque el partido que roba sigue siendo el mismo. Y tercero, porque la actitud de los que están bajo la diana de la investigación y los que todavía no lo están es exactamente igual que antaño.

Los unos, a defenderse contra viento y marea. Y, perdida la defensa, a arrastrar al lodo a todos, para que nadie se vaya de rositas. Los otros, a cacarear la cursilada esa de «tolerancia cero» contra la corrupción, a hacer grandes aspavientos en los pasillos del Congreso y a traicionar con toda su alma a los presuntos, ya condenados de puertas adentro. Las lealtades en política son tan laxas como las conciencias.

Lo más asqueroso de la condición humana siempre asoma en la derrota. Ya sabes, José Luis, te dejan de llamar los mismos a los que ascendiste, ya no te guiñan el ojo mientras acarician la pistola las que hacen guardia a la puerta de los ministerios, te hacen pagar hasta en los reservados de las marisquerías, y un montón de deshonores más.

Bajo la alfombra persa de Ábalos está casi todo el Gobierno. Unos porque estaban y callaron —si es que no trincaron— y otros, que se ponen muy estupendos porque acaban de aterrizar en el Gobierno, como si mearan colonia, porque saben tanto como los primeros y están tirando adelante con todo para oficializar la gran mentira, el relato de los hechos que salva milagrosamente al líder de la banda, un tal Sánchez. 

Podemos fingir que la partida continúa. Seguir esperando a que la oposición trace su jugada maestra y cante el jaque mate en alguna tarde de gloria. Pero es una pérdida de tiempo. Admitamos que la partida ha terminado. Los movimientos golfos debajo de la alfombra son tan evidentes que no es necesario que nadie tire de ella; tanto, que la política debe anticiparse a la justicia, que seguirá su curso. La legislatura está muerta. El Gobierno de Sánchez se ha desmoronado con la misma furia, ruido, e impostura con que se alzó al poder con una moción-fake contra… la corrupción.

Hay una cierta justicia poética en este final del sanchismo. Y hay un nuevo recordatorio, algo que quizá deberíamos grabar en el frontón del Congreso de los Diputados, porque es ley que nunca falla: el socialismo siempre denuncia a los demás por los pecados que comete.

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