La educación en España es un desastre. Casi todos los datos son dramáticos: sólo Malta está peor en abandono escolar en la Unión Europea. Tenemos el mayor porcentaje de repetidores en Secundaria, esta vez entre los países de la OCDE; y en el informe PISA, también de la OCDE, nuestros niños están por debajo de la media en comprensión lectora, matemáticas y ciencias.
No tenemos ninguna universidad entre las cien primeras del mundo, aunque nuestras escuelas técnicas superiores, sobre todo de ingeniería y arquitectura, tienen una gran categoría. Lo mismo ocurre con algunas de nuestras escuelas de negocios. Los profesores universitarios constatan año a año cómo las generaciones que se incorporan vienen mucho peor formadas, mucho peor instruidas, que las anteriores generaciones.
Estos son datos. Peor es la percepción de no tener una curriculum nacional sino uno por cada comunidad autónoma; o que el español no se utilice como lengua en algunas regiones. Además, existen notorias diferencias de calidad y resultados en la enseñanza entre las regiones españolas.
Ante este panorama, no es casualidad que España tenga el récord en la UE, y también en la OCDE, de paro juvenil: un trágico 30,6 por ciento según los últimos datos.
El Estado ha hecho una completa dejación de sus obligaciones constitucionales hacia las autonomías
El problema no es económico: el gasto en educación en España está en sintonía con la media de los países de la UE.
¿Cuál es el problema? Iba a achacar esta catástrofe al estatismo. Pero el Estado ha hecho una completa dejación de sus obligaciones constitucionales hacia las autonomías. Lo público -que no lo estatal-, impera en España. Y no me refiero sólo a los colegios públicos que tienen casi el 70 por ciento de los alumnos, sino a que el sector público es completamente soberano también sobre los colegios concertados y privados.
Es tan férreo el control de lo público sobre la educación, que hoy no se permitiría la fundación de la Institución Libre de Enseñanza como denunció no hace mucho Alicia Delibes. Quienes han tratado de fundar un colegio de educación especial se han encontrado con problemas que hacían peligrar su proyecto y luego su supervivencia. Hay que plegarse completamente a lo público aun sabiendo que es la mejor forma de ir al fracaso más rotundo. La educación en España parece un suicidio consentido.
Hagamos la libertad extensiva a los currículos y a la organización de los centros. Dejemos que se creen centros de educación de forma libre
La educación desempeña un papel fundamental a la hora de proporcionar a las personas los conocimientos, las habilidades y las competencias necesarias para participar de forma eficaz en la sociedad y la economía. Pero también es esencial para mejorar la vida de las personas en áreas como la salud, la participación cívica, el interés político y la felicidad. Los estudios muestran que las personas educadas viven más tiempo, participan más activamente en la política y en la comunidad donde viven, cometen menos delitos y dependen menos de la asistencia social.
Digamos bien alto que ya esta bien. Que lo público ha jugado ya suficiente con el futuro de nuestros hijos; y recuperemos la libertad. Libertad que consagra el artículo 27 de nuestra Constitución y que no se cumple ni en los mínimos como es el derecho de los padres a decidir la educación moral y religiosa que van a recibir sus hijos. Hagamos la libertad extensiva a los currículos y a la organización de los centros. Dejemos que se creen centros de educación de forma libre. La educación en libertad garantiza una educación útil para el mercado de trabajo, y también es una inmensa fuente de placer, de acceso a la cultura; y aleja la maldita anomia que tanto daño hace a nuestra sociedad.