«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Los agentes de la tiza

25 de diciembre de 2021

Yo soy quien espía los juegos de los niños. Hace cuatro décadas, bajo este título, el grupo Ilegales publicó una canción convertida ya en clásico del rock español. El corte -no olvidemos que el disco apareció en el hoy revitalizado vinilo- sirve perfectamente para dar nombre a una escena que el gobierno de la Generalidad trata de hacer habitual desde hace tiempo, al comprobar que los niños avecindados en Cataluña, en su pueril inocencia y desapego por las esencias del «país de ahí arriba», que así lo definió en su día Josep Guardiola, optan por emplear el español durante el recreo. 

Con el objeto de evitar tan indeseable desviación, la Plataforma por la Lengua (catalana, se entiende), se dedicó durante un tiempo a espiar eso, los juegos de los niños, hasta llegar a la terrible conclusión de que los infantes mostraban poco apego a la lengua de Verdaguer. A la labor de esos voyeurs lingüísticos se ha sumado otra plataforma, No te excuses –No t’excusis– que trata de aumentar la presión, ampliando sus objetivos con padres y docentes, en su intento de erradicar la lengua más hablada de Cataluña de los centros escolares la región de ahí arriba. Para cerrar el asfixiante círculo de persecución del español, la Plataforma por la Lengua, en colaboración con la ANC y sindicatos estudiantiles secesionistas, ha impulsado una web que servirá para delatar a los profesores universitarios que enseñen en la lengua opresora. A través de un cuestionario, los estudiantes podrán señalar cómo se ha producido lo que dan en llamar «vulneración lingüística», señalando de ese modo al profesor que imparte la clase.

En tan asfixiante contexto, unos padres han exigido, aferrados a argumentos legales, un mísero 25% de horas lectivas en español para su hijo de 5 años. La reacción del mundo lazi no se hizo esperar. Tanto en las redes como en las calles, aunque en un número menor del que sus embrutecidos instigadores desearan, los padres del niño han tenido que soportar todo tipo de insultos y coacciones. Sin embargo, los esfuerzos del aparato hispanófobo manejado por unos políticos siempre apoyados desde Madrid, se ha topado con la tozuda realidad que el Consejero de Educación, que en Twitter reduce su primer apellido a una G. tras la que se oculta un González menos presentable, según sus acomplejadas entendederas, que el Cambray que exhibe, desveló recientemente que el número de familias que exigen lo mismo que la de Canet superan con creces el millar.

Muchos de los profesores [en Cataluña] son auténticos agentes de la tiza que (…) se dedican administrar propaganda secesionista y romper todos los lazos posibles con el resto de España

El conflicto está servido, pues la reagrupación de los denunciantes que solicitan el exiguo 25%, hará que muchos más se sumen a tan razonable exigencia. Así pues, por un lado, y a favor de la eliminación del español de las aulas catalanas, aparecen el frente secesionista al que se han reincorporado los golpistas indultados, el PSOE, que calca las fórmulas batasunas de condena extensiva de cualquier violencia para no entrar en el fondo de la cuestión, la prensa subvencionada y los no menos subvencionados sindicatos; y por otro, un conjunto de entidades, entre las que destaca Hablamos español, cuya labor es apoyada en las instituciones por Vox, pues el PP dice una cosa y hace, véase el caso gallego, la contraria.

Como el lector habrá advertido, dentro de esta enumeración hay una flagrante ausencia: los docentes que se ganan la vida en las aulas catalanas. Un colectivo, este, que no se mantiene, ni mucho menos, al margen del problema. En efecto, en pleno éxtasis golpista, un estudio realizado por Convivencia Cívica Catalana publicó el dato de que dos tercios de los profesores catalanes eran partidarios de la independencia de Cataluña. El dato revela la realidad de que muchos de ellos, que acaso sean menos después de ver las consecuencias de lo ocurrido en estos últimos cuatro años, son auténticos agentes de la tiza que, bajo el pretexto de la defensa de una lengua vehicular cuya imposición produce tanto fracaso escolar, se dedican administrar propaganda secesionista y romper todos los lazos posibles con el resto de España. Urge, por lo tanto, recuperar para el Estado las competencias de Educación y fortalecer la inspección de las aulas.

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