«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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Los cuatro noes y otras aberraciones

31 de agosto de 2024

Señalaba ayer Francisco José Contreras, persona a la que siempre hay que leer, un movimiento que ha surgido en Corea del Sur llamado Los cuatro noes: no al matrimonio heterosexual, no a salir con hombres, no al sexo heterosexual y no a reproducirse, que yo lo rebautizo aquí como el SÍ A LA ANTIVIDA, por aquello de no decir tacos en público.

Por lo que se ve, el coreano es una persona muy sufrida que limita al norte con el comunismo más atroz, valga la redundancia, y al sur con la estupidez occidental importada. No hace falta decir que, si me dan a elegir, me quedo con la tara sureña, de la cual, al menos por ahora, se puede salir no sin muchas dificultades. Del comunismo no se sale en decenas de años, y cuando esto sucede siempre se hace mal.

Lo de Los cuatro noes es una creación, cómo no, del llamado feminismo radical, uno de los males mayores de nuestro tiempo. Las noticias que he encontrado en los medios españoles sobre el 4B, que es como se denomina la corriente, son —oh, sorpresa— bastante positivas. Todas ellos lo entienden como una comprensible forma de luchar contra el machismo. A estas alturas, yo ya no sé si reír o llorar. Esa enmienda a la totalidad a todo lo que tenga que ver con el trato con los hombres —citas, matrimonio, sexo y reproducción— es el resultado más eficaz que he encontrado del feminismo reconvertido en la nueva lucha de clases. Es la guerra total declarada por las mujeres contra los hombres.

El machismo no es bonito, las cosas como son, pero eso de prescindir de los hombres en tu vida ya sea como castigo, como defensa, como postureo o porque no te queda más remedio que hacer de la necesidad virtud, me parece igual de inteligente que pegarse un tiro en el pie. Es como ser diputada de Podemos, pero sin cobrar. El paradigma de una vida triste. Es como enfadarte con el mundo y dejar de respirar. Te mueres, pero llena de dignidad, o al menos eso creerán ellas. Eso implica erradicar al hombre de tu vida: la muerte emocional, la exterminación como especie, la antivida. Igual de necio que si se hiciera con las mujeres. Somos hijos de mujer y hombre, ¿también vamos a renegar de nuestro origen, de nuestro padre?

Propongo considerar al «hombre clásico» como una categoría más del catálogo infinito de la diversidad LGTB-HIJK-SITUMADRENOMEQUIEREOTRAMADREMEQUERRÁ, a ver si así es aceptado en sociedad.

Algún día tendremos que hacer el elogio del varón porque lo que se está haciendo con él no tiene nombre. La moda de decir —porque no es más que una moda mezquina— que los hombres son potenciales violadores es de querella. No creo que tuviera mucho recorrido judicial, pero es como para ir a por ellas con todo. ¿Por qué tiene que soportar eso una persona en televisión o en cualquier foro? ¿Somos conscientes de la gravedad de las palabras?

Estas muchachas de mente retorcida, estas estrechas siderales y esféricas, estas lerdas peligrosas son la muestra de cómo el hembrismo es tan destructor como el machismo. Son lo mismo: tanto la hembrista o feminista radical como el machista se creen superiores a su contrario. Son dos taras de la misma moneda.

Estas tipas son los taliban occidentales. Si pudieran pondrían a todos los hombres unos grilletes —como los taliban hacen con el burka a las mujeres— que les impidiera moverse con soltura, no fuera que ese potencial violador que todos llevan dentro se desboque y las agreda sexualmente en un descuido.

Su percepción del hombre es la contraria, por fortuna, a la de muchísimas mujeres que vemos al hombre como potenciales protectores frente a los peligros, como compañeros, como amantes y como amigos. Porque así lo hemos vivido. Porque han sido ellos los que nos han acompañado de noche a casa, porque con ellos hemos sido felices, porque con ellos hemos sido madres, porque con ellos nos hemos sentido nada más y nada menos que mujeres. Esta es la inmensa diferencia entre estar bien de la cabeza y ser capaces de exprimir la vida en su totalidad o tenerla destrozada por la ideología.

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