«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.
Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.

Los intocables

2 de diciembre de 2022

No hay nada peor que un político cuando se siente impune y, por tanto, irresponsable ante la ley, las normas, la ética, el sentido común y el respeto hacia los demás. En su incultura, se creen intocables, porque no saben que Eliot Ness fue de fracaso en fracaso y porque desconocen que la casta india de los intocables representa a lo más bajo de la sociedad, con lo que nadie quiere mancharse, vamos.

Irene Montero se sabe protegida por quien de verdad manda en Pedro Sánchez: Pablo Iglesias

Pero no es menos cierto que nuestro querido país, como ya apuntaba aquel famoso slogan turístico de Franco, Spain is different, y aquí los intocables se multiplican de momento. Tómese el ejemplo de la discutida ministra de Igualdad, la señora Irene Montero. No ya en cualquier otro país de nuestro entorno, sino en gobiernos anteriores, por sus formas y por su contenido, todo desastroso, hubiera sido forzada a dimitir. Pero ella no, erre que erre en sus errores, porque se sabe protegida por quien de verdad manda en Pedro Sánchez: Pablo Iglesias, ese señor al que conoce tan bien. No hay ninguna otra razón para justificar su presencia en el ejecutivo.

Pero, por desgracia, hay más. Según la Audiencia de Sevilla, el expresidente Griñán debía entrar voluntariamente en prisión no más tarde del pasado 25 de noviembre, pero ya estamos a 1 de diciembre y el expresidente, condenado en firme por el Supremo a seis años de cárcel por malversación, sigue disfrutando de una libertad que no se merece. Como la propia Audiencia señalaba, no cabía esperar a un posible indulto del gobierno solicitado por su familia. Y no se planteaba que el gobierno pudiera someter a revisión el delito de malversación, como ha hecho con el de sedición, para favorecer a los condenados por el caso de los ERE. Pero da igual, Griñán sigue sin entrar en prisión.

Igualmente, contamos con un juez al frente de Interior (a pesar de la mala experiencia en ese ámbito de otros jueces estrellas), que todo el mundo sabe que miente en lo referente a los muertos en el asalto a la valla de melilla el pasado mes de junio. Y a pesar de todas las evidencias de cámaras e investigaciones independientes, se siente tan impune que va al Parlamento, se enroca y se mantiene en su mentira. Aún peor, le copia a su jefe de filas el uso del plural mayestático, y se lía a acusar a la oposición, en este caso todos los partidos, incluidos los socios de gobierno. Porque se sabe impune, intocable.

Sánchez, que no es un demócrata, no se siente constreñido por nada que sea esencial a la democracia liberal

¿Qué puede pensar un Ejecutivo al que el Tribunal Constitucional ha encontrado siendo anticonstitucional en repetidas ocasiones y no le ha pasado nada? Pues lo que hemos dicho siempre algunos: que no creen que haya Ley, institución o Corona por encima de ellos. Pero no es nada nuevo. Alfonso Guerra ya lo anunció en su día. Montesquieu estaba muerto. Aunque ni Felipe ni él se atrevieran a ir más lejos de aquella declaración. Zapatero lo enterró del todo y Sánchez, que no es un demócrata, no se siente constreñido por nada que sea esencial a la democracia liberal.

Díaz Ayuso dice que es un tirano y no le falta razón. Pero su partido suele tomarse la deriva totalitaria a broma e igual que ella, confía en que las urnas resuelvan el problema. Vox, mientras tanto, se revuelve en el Congreso para impedir nuevas tropelías que desnaturalicen el Parlamento español, bastante desnaturalizado ya de por sí. Y es de agradecer que sea la voz principal en confrontar a la izquierda en el poder. Desgraciadamente, como sabemos por Estados Unidos, la batalla cultural no se traduce en votos de manera directa. De ahí que otra cosa sea necesaria si de verdad queremos evitar no estar como, sino ser la nueva Venezuela en año que viene. Feijóo, al que cada vez se le entiende menos de lo críptico que se ha vuelto, como si ininteligibilidad fuera sinónimo de liderazgo presidenciable, anda de capa caída en las encuestas y Vox, a pesar de su clara capacidad para llenar plazas y calles, sigue estancado en calma chicha. No es de extrañar que Sánchez se crea Maduro; más guapo y listo, eso sí.

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