«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Santanderino de 1965. De labores jurídicas y empresariales, a darle a la pluma. De ella han salido, de momento, diez libros de historia, política y lingüística y cerca de un millar de artículos. Columnista semanal en Libertad Digital durante once años, ahora disparo desde La Gaceta. Más y mejor en jesuslainz.es
Santanderino de 1965. De labores jurídicas y empresariales, a darle a la pluma. De ella han salido, de momento, diez libros de historia, política y lingüística y cerca de un millar de artículos. Columnista semanal en Libertad Digital durante once años, ahora disparo desde La Gaceta. Más y mejor en jesuslainz.es

Masturbaciones marxistas

29 de abril de 2024

No, no voy a hablar del cotilleo presidencial de esta semana. Dejémoselo a tertulianos y chismosos, que viven de estas cosas. Fundamentalmente porque, en el caso improbable de que Pedro Sánchez abandone la política, el PSOE tiene bien nutrido el banquillo de suplentes. Esto no se trata de personas, sino de ideologías, así que le sustituirá otro socialista y todo seguirá igual. Es decir, hoy peor que ayer pero mejor que mañana. Y hay suficientes millones de votantes izquierdistas y separatistas para garantizar el relevo durante generaciones.

Así que aprovecharemos mejor el tiempo ocupándonos de asuntos más sustanciosos y de más largo recorrido. Porque en esta Europa en la que hay más mascotas que niños y en la que llegar a nacer no tardará en ser excepcional, saltan de vez en cuando a la prensa los casos de talleres, guías y otras informaciones sobre masturbación, sexo anal —para evitar el horror del embarazo, claro— y otras picardías destinadas a niños de edades inconcebibles.

Por ejemplo, hace algunos meses la Generalidad catalana tuvo que retirar el programa de enseñanza masturbatoria a niños a partir de tres años tras las denuncias recibidas por atentar contra varios derechos recogidos en la Constitución, como el derecho a la protección de la juventud y la infancia (artículo 20.4) y el de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones (art 27.3).

Por una vez, y sin que sirva de precedente, la Constitución, ese texto que a casi todo el mundo le provoca más risas que un tebeo de Mortadelo, sirvió para algo. Pero ¿no es desolador que haya que acudir a dichos preceptos para rechazar lo que cualquier persona en sus cabales, sin necesidad de explicaciones científicas ni cobertura jurídica, comprende que es una aberración?

Curiosa época ésta en la que el progresismo omnipotente ha conseguido, en España y en toda Europa, que las dos últimas generaciones hayan salido de la universidad con títulos inútiles e ignorando lo que antes sabían los niños desde primaria, pero a cambio sean expertas en cómo hacerse pajas, lo que sin duda les ayudará enormemente a ser adultos maduros y les abrirá muchas puertas profesionales.

El bueno de Javier Nart y el que suscribe tenemos la mala costumbre de morirnos de risa de vez en cuando comentando los mil y un disparates de esta época irreversiblemente apocalíptica. Hace unos días, no recuerdo bien por qué motivo político-onanístico, me comentó que se daba la casualidad de que hacía unos días había leído que en los muy guerrilleros años sesenta habían expulsado a un militante del colombiano ELN (Ejército de Liberación Nacional) por haberle pillado, nunca mejor dicho, con las manos en la masa. No por casualidad fueron varios los sacerdotes al mando del ELN, entre los que destacó el zaragozano Manuel Pérez Martínez, alias El Cura Pérez, pionero de la teología de la liberación y amancebado con la exmonja Mónica. ¡Exclaustrados y marxismo, explosivo cóctel!

El libro en cuestión es El furor y el delirio de Jorge Masetti, hijo del histórico dirigente guerrillero Jorge Ricardo Masetti, alias Comandante Segundo. Su organización fue el argentino EGP (Ejército Guerrillero del Pueblo), fundado por él mismo y el idolatrado Che Guevara, alias Comandante Primero, naturalmente. Donde manda patrón no manda marinero.

Estos argentinos no debieron de distinguirse por su buen humor, pues uno de sus soldados, Bernardo Groswald, aficionado a llorar demasiado, lavarse demasiado poco y cascársela varias veces al día, acabó ejecutado por sus camaradas.

Todo ello nos llevó a recordar la anécdota que contó Sánchez Dragó sobre su militancia comunista juvenil. Porque los dirigentes del partido advertían a los militantes que un buen comunista no debía masturbarse ya que esas actividades —por no hablar de la prohibidísima homosexualidad, causa de expulsión— eran perversiones burguesas con las que se malgastaban las energías que había que dedicar a la revolución.

La izquierda, siempre guiándonos por el largo y sinuoso camino hacia la virtud.

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