«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Itxu Díaz (La Coruña, 1981) es periodista y escritor. En España ha trabajado en prensa, radio y televisión. Inició su andadura periodística fundando la revista Popes80 y la agencia de noticias Dicax Press. Más tarde fue director adjunto de La Gaceta y director de The Objective y Neupic. En Estados Unidos es autor en la legendaria revista conservadora National Review, firma semalmente una columna satírica en The American Spectator, The Western Journal y en Diario Las Américas, y es colaborador habitual de The Daily Beast, The Washington Times, The Federalist, The Daily Caller, o The American Conservative. Licenciado en Sociología, ha sido también asesor del Ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo, y ha publicado anteriormente nueve libros: desde obras de humor como Yo maté a un gurú de Internet o Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti, hasta antologías de columnas como El siglo no ha empezado aún, la crónica de almas Dios siempre llama mil veces, o la historia sentimental del pop español Nos vimos en los bares. Todo iba bien, un ensayo sobre la tristeza, la nostalgia y la felicidad, es su nuevo libro.
Itxu Díaz (La Coruña, 1981) es periodista y escritor. En España ha trabajado en prensa, radio y televisión. Inició su andadura periodística fundando la revista Popes80 y la agencia de noticias Dicax Press. Más tarde fue director adjunto de La Gaceta y director de The Objective y Neupic. En Estados Unidos es autor en la legendaria revista conservadora National Review, firma semalmente una columna satírica en The American Spectator, The Western Journal y en Diario Las Américas, y es colaborador habitual de The Daily Beast, The Washington Times, The Federalist, The Daily Caller, o The American Conservative. Licenciado en Sociología, ha sido también asesor del Ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo, y ha publicado anteriormente nueve libros: desde obras de humor como Yo maté a un gurú de Internet o Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti, hasta antologías de columnas como El siglo no ha empezado aún, la crónica de almas Dios siempre llama mil veces, o la historia sentimental del pop español Nos vimos en los bares. Todo iba bien, un ensayo sobre la tristeza, la nostalgia y la felicidad, es su nuevo libro.

Mis amigues les rates

18 de febrero de 2023

Reunión de urgencia en el sótano de mi casa de campo. De un lado, un notario, un psicólogo, un SWAT, dos ambulancias, tres veterinarios, y el que esto escribe. Del otro, les rates. Lo primero, limar asperezas. Un veterinario ha hecho entrega a les rates de un puñado de calcetines usados y un generoso trozo de queso viejo Gran Reserva. La mayor de les rates, gorda como el gato de un carnicero, ha recogido la entrega con una mezcla de suficiencia y desconfianza. Y, sin dejar de mirarnos fijamente a los ojos, se lo ha cedido en un lento ademán de pata a su segunda, una rata del Departamento de Raticidios, experta en desactivación de explosivos y guerra química. 

Antes incluso de que le rate TEDAX pudiera proceder a examinar la entrega con su privilegiada pituitaria, una pequeña ratilla indisciplinada que estaba salivando, se ha abalanzado sobre el queso y le ha propinado una dentellada ilegal. Dos ratas musculadas que ejercen como guardaespaldas han procedido al exterminio inmediato de la ratita díscola, mediante el método de incisión dental mortal en la yugular. Palidez y amago de soponcio. Primer marrón. Una rata muerta, aún caliente, sobre mi mesa de negociación. 

Para tratar de solventar el contratiempo, desde el otro lado de la mesa hemos solicitado un receso en la sesión, y hemos pedido la inmediata presencia de un forense y tres abogados expertos en leyes podemitas. Mientras, dos de mis veterinarios han pedido permiso a le rate mayor para tratar de reanimar al animal, y se lo ha dado con un condescendiente temblequeo del bigotillo derecho. Uno de mis veterinarios, al que ahora debo subirle el sueldo, se ha apresurado a hacerle el boca a boca a la ratita, sin éxito. El abogado experto en leyes podemitas ha intervenido alarmado:

– ¡Eso es violación! ¡Cuidado! 

Yo confuso, le he interrogado: 

– ¿Que son más años de cárcel, violación o asesinato de rata?

El abogado ha empezado a procesar a gran velocidad las nuevas leyes del Gobierno, considerando todos sus enloquecidos extremos, y ha alcanzado tal velocidad mental de cotejo de datos que se ha puesto pálido y se ha desvanecido. Al caer sobre la mesa, le rate mayor se ha asustado con el golpe y le ha propinado un mordisco en un dedo que, aunque le ha valido para volver en sí, le ha llenado de una repentina ira y, en un acto reflejo, ha agarrado una escoba, y ha cogido inercia con la dramática intención de apalear a le rate. De inmediato he sacado mi Colt 45 del bolsillo y, con ayuda del arcángel San Miguel, he logrado abatirlo a tiempo: seis disparos con resultado de muerte en acto de servicio. Le hemos condecorado póstuma y secretamente con la Medalla al Orden del Mérito Anti Plagas; después le hemos metido la ratita muerta en el bolsillo para agilizar a la Justicia el trámite y que quede claro que el asesinato ha sido en defensa del bienestar animal.

Retirado el cadáver del abogado, hemos retomado la sesión. Le rate entonces ha presentado sus exigencias, si queremos evitarnos una denuncia ante el Comité de Memoria Histórica Animal por «treinta años de exterminio de ratas y ratones en la buhardilla, con ensañamiento, venenos, y humillación»; que considera que mi grito de «¡maldita rata de las pelotas, sal de mi flan de queso!» es una amenaza y una «humillación animal penada con cárcel con la nueva ley». Mientras leo las reivindicaciones en voz alta, le rate se lleva una mano al hocico, y comienza a castañear sus dedos sobre la mesa en señal de impaciencia.

Primera exigencia: manutención, exigen dieciséis comidas diarias. Segundo, Acuerdo de Schengen, que permite la libre circulación de les rates por toda la casa, también por la cocina, mi cuarto, y el baño. Tercero, «entrega total de armas con publicidad y destrucción de las mismas pasando por encima con un panzer»; incluyendo armas químicas, cebos, y otros utensilios de tortura. Cuarto, retirada de todos mis trastos de la buhardilla e instalación de camas tamaño rata estándar y calefacción. Y quinto, “la cabeza del gato Queco sobre una pica”.

Al otro lado de la puerta, Queco esperaba su turno de negociación posterior a la aprobación de la Ley de Bienestar Animal, pero al escuchar semejante exigencia, se le ha puesto el pelo como al guitarrista de Radio Futura, ha entrado a zarpazos en la reunión, ha saltado a la mesa, y ha hecho una escabechina con les rates profiriendo gritos en árabe.

Escribo hoy desde prisión por exterminio parcial de la plaga, con agravante de gato doméstico cazador, donde acabo de firmar un acuerdo de reducción de pena junto a mi abogado, en el que dejo en herencia en vida la casa entera a mis amigues les rates, y me trasladó a vivir a la caseta del gato, en paradero desconocido desde el crimen. 

Progreso. 

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