Nos guste o no, el separatismo catalán le ha ganado el pulso al Estado. Que es lo mismo que decir que la idea de una Cataluña le ha ganado a la de una España unida. Los indultos han sido sólo el broche de una batalla que arranca de atrás. Y hay que decirlo: el separatismo es hoy más fuerte gracias al apoyo directo de los comunistas de Podemos, la connivencia del PSOE, la dejadez del PP y la, todavía, debilidad de Vox, la única fuerza política que no se ha rendido.
Profesionalmente, estoy educado en tener que pensar lo impensable como el mejor método para evitar un futuro indeseable. Uno puede creer que los españoles no van a aceptar el órdago de los separatistas catalanes y que en las próximas elecciones se va a producir un vuelco revolucionario y Vox pasaría a ser la fuerza política determinante. Pero también hay que pensar que la sociedad española, adormecida durante décadas por el socialismo y por la apatía de los populares e instalada cómodamente en la pose de la progresía, va a confundir los deseos con la realidad y acabará aceptando la balcanización de España. No sería la primera vez que se malinterpreta los intereses y la motivación de los separatistas.
Ahora que todos somos expertos en salud, se admitirá que es preferible extirpar un tumor maligno que dejarlo crecer y metastizarse
Por eso, aunque haya alguno dispuesto a matar por ver un Vic independiente, hay que contemplar, aunque sea como posibilidad, que no haya nadie dispuesto a morir por preservar un Vic dentro de España. Lo que, en ausencia de un remedio político, nos fuerza a prever un escenario en el que los separatistas catalanes logran sus objetivos. ¿El fin del mundo? No. ¿El final de España? Tampoco. Es más, se puede argumentar que, en las condiciones actuales, España estaría mucho mejor sin Cataluña, dado que estamos pagando a costa de los demás no un mayor bienestar de todos los catalanes, sino los delirios del separatismo. Y cuanto más pagamos, mayores sus reivindicaciones.
Hagan el esfuerzo, por doloroso que resulte, de imaginar una España sin Cataluña en los próximos años. Se acabaron las transferencias milmillonarias, se acabó Rufián en la tribuna del Congreso y se la acabaron los números a Pedro Sánchez con los que mantenerse en el poder. Y no podemos olvidar que tan dañino es el actual social-comunismo como el separatismo, si no más. Con el actual gobierno español no sólo esta en juego las fronteras de Cataluña, sino todas las fronteras, así como los valores y la identidad del pueblo español. Una revolución social -y lo acabamos de ver con la ley de Irene Montero, entre otras cosas- mucho más disolvente y grave que varios Junqueras juntos.
En lugar de oponerse al principio de autodeterminación, hay que aplicarlo en todas sus consecuencias y generar cuantas Tabarnias sean necesarias
Ahora que todos somos expertos en salud, se admitirá que es preferible extirpar un tumor maligno que dejarlo crecer y metastizarse. Como, igualmente, es preferible perder un pie gangrenado que permitir una sepsis letal, por mucho que nos duela una amputación. Habrá quien diga que este es un planteamiento derrotista. Es, desde luego, discutible. Pero si por esperanza -nunca una buena consejera estratégica- nos equivocamos, el daño que causaremos será mucho mayor que la aceptación de lo que consideramos inaceptable hoy. Ahora todavía se puede encapsular el problema catalán y circunscribirlo a esa región. Con el paso de los días, y la asociación PSOE-Bildu, el País Vasco se acabará también perdiendo. Cosa que hoy no es nada segura.
Ahora bien, no hay que ser ingenuos. No sólo hay que aislar el problema catalán, hay que defender a los catalanes que no son separatistas. Así que, en lugar de oponerse al principio de autodeterminación, hay que aplicarlo en todas sus consecuencias y generar cuantas Tabarnias sean necesarias como para asegurar la libertad y el bienestar de los catalanes españolistas que no quieran seguir la senda del separatismo. Es lo justo. Lo verdaderamente injusto es mantenerles en el purgatorio en el que actualmente se encuentran. Para muchos, Vox será la voz que les representa y la valentía de sus representantes en tierra hostil, es de admirar y agradecer. Pero le falta fuerza. El plan que ha filtrado el PP sobre Cataluña es un brindis al sol sin medidas concretas, típico quien ha perdido todo fuelle; y de Ciudadanos sólo se espera su desaparición, acabando en los brazos de Casado o de los socialistas. Ese es el panorama real, no otro. Enfrente toda la jauría separatista y Podemos y el PSOE en La Moncloa.
Ha llegado la hora de elegir. O al menos, la hora de pensarlo seriamente.