«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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Ni mansos ni resignados

31 de julio de 2021

Lo nuestro es simplificar. Nos basta con decir que Sánchez es tonto, que el otro es un hijo de su madre y aquello tan de barra de bar de ‘si yo fuera presidente, esto lo arreglaba en dos días ’. 

Lo más probable es que no todo sea tan sencillo, pero lo más probable también es que no veamos más allá de lo que antes eran nuestras narices y ahora es una mascarilla. Creemos que todos nuestros problemas proceden de la pandemia y, por tanto, desaparecerán cuando el covid-19 haya sido controlado y erramos. Es cierto que la llegada del virus chino -sí, lo llamo chino porque se escapó de un laboratorio situado en la China- es una complicación de dimensiones colosales, pero España soporta un peligro mayor que la pandemia y que se vale de ella para disparar a la línea de flotación de la democracia, la libertad y la propia existencia de la nación española. 

Toda una señal de la necedad que padecemos como sociedad, es el hecho de que hace tan sólo dos semanas que el Tribunal Constitucional declaró ilegal el estado de alarma que cercenó nuestros derechos fundamentales durante varios meses y que fue utilizado como pretexto jurídico para que el Gobierno de España hiciera de su capa un sayo sin control parlamentario, y ya nadie se acuerda. La sentencia del TC ha pasado como una anécdota más de un Gobierno que da escándalos un día sí y otro también. No alcanzo a comprender cómo no estamos todos en la calle pidiendo su dimisión y elecciones generales. Por mucho menos cayó Rajoy. A ver si toda la culpa no la va a tener Sánchez y la vamos a tener todos un poco. 

Con el mayor partido del centro derecha haciendo oposición a la venezolana y un periodismo en su mayoría servil, nuestro futuro se presenta bastante negro

Observo con estupefacción a parte de la oposición -PP y Cs- subirse al carro de la indignación por la ilegalidad del estado de alarma -sentencia conseguida gracias al recurso de Vox-, cuando ellos votaron que sí o se abstuvieron en las sucesivas prórrogas. ¿Acaso no tienen Partido Popular y Ciudadanos juristas lo bastante preparados para ver lo que muchos veíamos o lo que Vox detectó después de votar la primera prórroga? Preguntar esto equivale a cuestionar si tienen ojos en la cara. Si no fueron capaces de verlo, lo suyo sería realizar acto público de contrición y propósito de enmienda. No se ha producido ni lo uno lo otro, por supuesto. Lejos de esto, lo que hemos visto es cómo han permitido que el líder del partido que ha logrado que se produzca una sentencia de tal importancia que debiera haber supuesto la inmediata caída del Gobierno, ha sido declarado persona no grata en una ciudad de España en la que, por cierto, es el más votado. Una maniobra política de manual de malas costumbres. Una bajeza sin paliativos.

Gobernados por un descerebrado con el confesado proyecto de ahondar en la España multinivel –donde unos ciudadanos tienen más derechos que otros según su lugar de nacimiento-; un inmoral que ni siquiera se atreve a pronunciar la palabra dictadura cuando habla de Cuba; un liberticida que nos dicta lo que hemos de creer o no de nuestra historia; un hispanófobo que se alinea con todos aquellos que alimentan la leyenda negra; un mentiroso patológico capaz de decir una cosa y su contraria sin el más mínimo pudor; un traidor que fía el destino de España a los partidos cuyo leitmotiv es destruir nuestra nación y un narcisista peligroso que se considera la medida de todas las cosas, la dedicación principal de los grandes medios de comunicación españoles es alertar a todas horas de que el gran peligro que se cierne sobre nosotros es la ultraderecha

Con la sociedad civil anestesiada, con el mayor partido del centro derecha haciendo oposición a la venezolana y un periodismo en su mayoría servil que pone el foco donde no está el problema, nuestro futuro se presenta bastante negro. Por fortuna, nada está escrito. Todo es susceptible de cambiar, pero no conseguiremos nada si no somos conscientes de la realidad del peligro que se cierne sobre nuestras cabezas y si no somos capaces de hacer un diagnóstico correcto de lo que vivimos como nación. Tampoco lograremos nada desde la resignación y la mansedumbre de la masa aborregada y carente de ideas. Nos jugamos demasiado como para permitirnos la inacción.

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