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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Papa Francisco y la misericordia

23 de septiembre de 2013

Hace unos días se hizo pública una entrevista concedida por el Papa Francisco a ‘La Civiltá Cattolica’. Quería comentar algo desde el viernes y no he podido. Hoy, tras el Informativo en Radio Inter, menciono una síntesis de textos que he consultado despacio el fin de semana. Por si son útiles.

Beato Juan Pablo II:

«Yo le doy gracias a la Divina Providencia porque he podido contribuir personalmente al cumplimiento de la Voluntad de Cristo, a través de la institución de la Fiesta de la Divina Misericordia. Yo rezo incesantemente para que Dios tenga misericordia de nosotros y del mundo entero.»

Santo Padre Juan Pablo II (7/6/97)
Santuario de la Divina Misericordia, Cracovia, Polonia.
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Beato Juan Pablo II: Encíclicas ´Dives in misericordia’ (30.XI.1980) y ‘Evangelium vitae’ (25.III.1995).

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Papa emérito Benedicto XVI: 

“Saludo cordialmente a todos los compatriotas del Papa Juan Pablo II. En Cracovia, él confió el mundo entero a la Divina Misericordia, de la cual la humanidad tiene tanta necesidad cada día. Pidamos que este don de Dios se conceda sobre todo en aquellas naciones donde domina la vejación, el odio y la tragedia de la guerra. Que el Divino Amor derrote el pecado y que el bien venza el mal. Debemos ser testigos de la misericordia. Os deseo a todos vosotros la verdadera alegría pascual”.

En el primer congreso mundial de la Divina Misericordia (Roma, abril de 2008), el Papa Benedicto XVI explicó: La Divina Misericordia tiene el poder de cambiar al mundo. Es una Revolución de Amor capaz de arrancar el mal y sembrar el bien en su lugar. “Sólo la misericordia de Dios hecha carne en Jesús, puede reparar el equilibrio entre el bien y el mal en el mundo, comenzando con ese “mundo” pequeño y esencial que es el corazón del hombre”

El papa Benedicto XVI beatificó a Juan Pablo II el 1º de mayo de 2011, segundo domingo de Pascua, al que el Papa Wojtyla había declarado Domingo de la Divina Misericordia .

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Papa Francisco: 

«La misericordia cambia el mundo, hace al mundo menos frío y más justo. El rostro de Dios es el rostro de la misericordia, que siempre tiene paciencia. […] Dios nunca se cansa de perdonarnos. El problema es que nosotros nos cansamos de pedirle perdón. ¡No nos cansemos nunca! Él es el padre amoroso que siempre perdona, que tiene misericordia con todos nosotros» (17.03.2013, extracto de palabras en su primer Angelus público en la Plaza de San Pedro). 

«Lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad».
«Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela al prójimo. Esto es Evangelio puro. Dios es más grande que el pecado» (Entrevista a La Civiltá Cattolica, agosto 2013).

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Evangelio:

– Parábolas de la misericordia (san Lucas y san Juan)

Evangelio según San Lucas 15,1-32.
Juan Pablo II llamó al evangelio de san Lucas el ‘evangelio de la misericordia’ ((Encíclica Dives in misericodia, n. 3)

«Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo entonces esta parábola…».

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La mujer adúltera
Del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11

Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» …

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Parábola del hijo pródigo
Evangelio San Lucas, 15, 11-32

«Jesús dijo también: «Un hombre tenía dos hijos…. (…)
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: ‘Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo’.
Pero el padre dijo a sus servidores: ‘Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, (…) porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado’. Y comenzó la fiesta».

«El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara (…)
Pero el padre le dijo: ‘Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo,…».
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