«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.

Patriotismo económico

17 de julio de 2023

Le debemos al historiador británico Julian Jackson un libro esencial sobre De Gaulle y también sobre su patriotismo: De Gaulle, una cierta idea de Francia. La reflexión que impone este libro es sobre la posibilidad de articular un patriotismo cierto, alejado de las vaguedades de las construcciones más recientes como el patriotismo constitucional. No creo que haya que dedicar mucho esfuerzo con el globalismo y otras construcciones similares, pues no pasan de ser extremadamente reducidas por su elitismo innato.  

El patriotismo constitucional, tan vago y que genera una adhesión tan meliflua, en el mejor de los casos, pues en el peor como se ha comprobado recientemente en Francia, produce un rechazo que lleva a escenas de violencia que, todo hay que decirlo, resultan cada vez menos raras.

Las sociedades, también las más avanzadas como la nuestra, necesitan una argamasa y unos cimientos.   Necesitan una idea —una narrativa como dicen los modernos— que genere adhesión y certidumbre. El ciudadano necesita tener un marco nacional que es simplemente saber lo que se puede esperar de él y también lo que el ciudadano puede esperar del común, de la sociedad. Hoy el común esta completamente identificado con el Estado, y este es el problema.

Vamos a tener una oportunidad de oro en el post sanchismo para elaborar una idea de España que genere una adhesión mayoritaria. Hay una nación deseando que se la dirija tras el experimento fallido de Pedro Sánchez.  

Saldremos vacunados de una enfermedad que nos ha dividido mucho, y que ha generado mucha tensión. Pero no es una enfermedad al uso con sus síntomas y su diagnóstico. Es mucho más complejo, y el peligro está en que no seamos capaces de percibir toda la extensión del problema, y nos volvamos a limitar a paliar algunos daños, derogar lo más radical del sanchismo y hacer una mera gestión presupuestaria de la España de los próximos años hasta que venga otra vez la izquierda al poder con sus disparates.   

El nuevo patriotismo deberá hacerse planteamientos de todo tipo: culturales, sociales, incluso si me apuran deportivos (porque negar esta realidad tan popular). En esta tribuna me gustaría concentrarme en los aspectos económicos.

Necesitamos elaborar una idea moderna de España que puede empezar por dejar de identificar al Estado con la nación, más bien a identificar el gasto público con la nación. Se ha llegado a tachar de poco menos que proscritos constitucionales a VOX por abogar una racionalización del Estado autonómico. Los forajidos del gasto público han sido capaces de generar una identificación entre patriotismo y el presupuesto, que francamente causa estupefacción. Parece que pedir que se bajen impuestos, que se reduzca el Estado, que se revise y auditen a fondo los dineros públicos es un delito de lesa patria. Mientras, nada hay menos constitucional, más arbitrario, más injusto que el sadismo fiscal que practica la hacienda española.

Nadie pone en duda el Estado de bienestar que tanto esfuerzo ha costado montar. Pero el gasto público dedicado a cuestiones sociales es poco más de la mitad. Hay que revisarlo todo, también muchas de las ayudas sociales que son incluso escandalosas, pero debemos empezar por el gasto que no es social.  

Primera idea, por tanto, el Estado no es la nación sino que es un instrumento de ésta. Y el dinero público es de todos los españoles, y lo sufragan —pechan, habría que recuperar esta palabra— con gran sacrificio, todos los españoles. Gastar desde lo público debería realizarse de forma responsable y comprometida, y buscando el máximo ahorro. En la etapa que iniciamos debe ser mucho más patriótico comprometerse con el ahorro que con el gasto.   

Hay una máxima que me gusta mucho y es la de que el dinero donde mejor está es en el bolsillo de los ciudadanos.  

Otra idea que considero esencial es recuperar el enorme beneficio que generan para la nación los empresarios (incluyo a todos y por supuesto, las PYMES y autónomos). La primera obligación del empresariado no es llevarse bien con el Estado, ni tampoco apuntarse a todas las tonterías del wokismo y del capitalismo moralista que les imponen desde arriba. Un empresario patriótico es quien genera riqueza y empleo.   

Si algo hemos aprendido del sanchismo y de las crisis que nos han sucedido en estos años (crisis financiera, COVID, guerra de Ucrania) es que al final estamos bastante solos, y que las salidas de la crisis se producen si somos capaces de ganar competitividad bajando salarios y costes. Pero también, y puede parecer paradójico, debemos proponernos ganar productividad y hacer crecer la renta per cápita que lleva estancada desde hace casi veinte años.   

Nuestros empresarios necesitan que les dejen hacer. Hay que quitar leyes superfluas que coartan la creación de empresas y la actividad empresarial. Tenemos que poner en valor a nuestros empresarios que tienen un enorme talento y energía, pero que están muy lastrados por el Estado. Volvemos en cierta forma a la primera idea que apuntaba de racionalizar y poner al Estado al servicio de la sociedad y no al revés.

Se ha hablado mucho de las medidas proteccionistas del programa electoral de VOX. Es lógico que se exija que haya igualdad de armas en la competencia empresarial. No podemos seguir importando prácticas laborales y empresariales que en España nos parecen abominables hace mucho tiempo. Tampoco podemos seguir sin tener unas reservas mínimas de productos esenciales (carburantes, alimentos, medicinas, alta tecnología) que como se ha comprobado nos pueden causar enormes problemas en caso de que se corte su suministro internacional.

Los grandes cambios en las sociedades avanzadas, y me refiero a la Francia de De Gaulle, el Reino Unido de Thatcher, o los EE.UU. de Reagan se produjeron cuando se dieron unas circunstancias históricas muy críticas y un liderazgo fuerte que supo dar una respuesta con un nuevo planteamiento patriótico. Un patriotismo que se genera desde una construcción bastante elemental, quiero decir con ello, desde unas pocas, buenas y muy sencillas ideas. No funcionan planteamientos muy elaborados porque pocos lo entienden, y desde luego, como el patriotismo constitucional, generan poca adhesión. 

España está en una situación social, económica y política crítica, esperemos que el liderazgo que salga del 23 de julio esté a la altura de las circunstancias. La oportunidad puede ser única.

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