«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Licenciada en Periodismo por la Universidad CEU San Pablo y Máster en Periodismo de Agencia por la Universidad Rey Juan Carlos. Tras casi una década en el Grupo Intereconomía (La Gaceta, Intereconomía TV y Semanario Alba), es ahora jefa de Prensa del Grupo Parlamentario VOX en el Congreso de los Diputados.
Licenciada en Periodismo por la Universidad CEU San Pablo y Máster en Periodismo de Agencia por la Universidad Rey Juan Carlos. Tras casi una década en el Grupo Intereconomía (La Gaceta, Intereconomía TV y Semanario Alba), es ahora jefa de Prensa del Grupo Parlamentario VOX en el Congreso de los Diputados.

Pensar o perder

4 de septiembre de 2023

Primera columna de septiembre o, lo que es lo mismo, primera columna del año; porque, reconozcámoslo, más allá de las campanadas y las uvas, los verdaderos propósitos de año nuevo se adquieren, casi siempre, con el inicio de curso. Llevar los deberes al día, pensarán los estudiantes; ejercicio tres veces por semana, diremos los inconstantes; quedadas los primeros jueves de mes, prometerán los grupos de amigos. Pues propongo para ésta, la comunidad de La Gaceta, uno de esos propósitos: pensemos más. Contra viento y marea, contra la masa; contra el adocenamiento. Pensemos, o perderemos. Porque basta hacer un repaso al panorama mediático de este atípico verano para darnos cuenta de la fuerza cada vez mayor con que se intenta adormecer y dirigir al personal.

Atípico el verano porque, al contrario de lo habitual, estos meses de julio y agosto estuvieron repletos de verdaderas noticias, como lo está el inicio de septiembre: un presidente en funciones perpetrando la entrega de España a sus enemigos; llegada masiva de inmigrantes a las costas españolas; incrementos nunca vistos en la cesta de la compra, con el españolísimo aceite de oliva rozando los 10 euros el litro; aumento del número de violaciones, a pesar de la lluvia de millones con que se riega al Ministerio de Igualdad; demolición de centrales térmicas… y así un largo etcétera que no ha encontrado cabida en las escaletas de informativos ni tertulias, ocupados ellos y ellas en contarnos los detalles de las condiciones de vida en la prisión de Ko Samui, donde reside ya el asesino confeso más famoso del verano. Revisión en 360º del «¿un piquito?» de Rubiales, análisis fotograma a fotograma de la celebración futbolística más grosera y debatida de la historia. Ración diaria de apocalipsis climático desde las playas españolas… y así, con la dosis perfecta de morbo, ideología y ecoansiedad, llegamos a una agenda setting digna del mejor Gran Hermano.

Porque son ellos, los grandes poderes económicos, los partidos que reparten subvenciones y cargos y los lobbies mejor engrasados los que consiguen eso que McCombs y Shaw bautizaron en los 70 como el «establecimiento de agenda». Que los grandes medios deciden qué convertir en asunto de debate y que, al hacerlo, diseñan también la agenda política de turno. Que nosotros, los consumidores de digitales e informativos, vemos al fin y a la postre únicamente lo que esos medios han decidido mientras ignoran —y nos hacen ignorar— cualquier otro asunto (las pateras, las violaciones, la cesta de la compra…). Que mientras los entrenados y programados tertulianos de turno se atreven a calificar de «brazo político del terrorismo machista» al único partido que pide cadena perpetua para los violadores, tratan de hacernos creer que el problema de las mujeres es que un caballero nos abra la puerta y no que las ministras de Sánchez hayan reconocido estar en contra del punitivismo penal porque, al agresor sexual, mejor darle un curso de deconstrucción de la masculinidad.

En resumen, y no es nada nuevo, que nos quieren programados para odiar lo que quieren que odiemos y necesitar lo que quieren que necesitemos. Por eso, y frente a ese rodillo político, mediático y económico que nos dice cómo pensar, cómo votar y cómo relacionarnos, es urgente recordarse —recordarnos— que nuestra libertad no está en un sofá desde el que hacer maratón de series. Nuestra libertad reside tras el gesto nada cotidiano de rebelarnos contra lo cómodo, de pensar en lo que no nos enseñan, de buscar lo que no está al alcance. Nuestra libertad, si nos importa, empieza con el propósito de pensar. Pensar o perder.

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