Tiempo de esperanza para Venezuela. La hora de la libertad se acerca. La hora del régimen de la tribu de los Cabeza Vaciada podría estar llegando a su fin. Según ha informado el dictador bolivariano, la vicepresidenta de Venezuela y Dama de las Maletas, Delcy Rodríguez, ha resultado herida al caerle encima del coche «un mamón». Todo apunta a que se trataba de un mamón maduro. Mis deseos más sinceros de pronta recuperación al pueblo venezolano, hostigado por la jauría chavista desde tiempo inmemorial, saqueado y empobrecido por la casta del régimen asesino, y herido a diario por todo tipo de mamones y mandriles.
No hablamos a diario de nuestros hermanos venezolanos y es injusto, sobre todo cuando hago recuento de la cantidad de amigos que allí tengo, o que de allí tengo, muchos refugiados por salvar la vida en diferentes lugares de España; que, por cierto, esos sí son refugiados, esos sí han tenido que abandonar su patria perseguidos por la dictadura violenta, esos sí necesitan ayuda y protección, esos sí han visto peligrar sus vidas, esos sí necesitan facilidades para regularizar su estancia, esos sí han luchado hasta el último día por permanecer en su tierra natal, y esos sí vienen a esta tierra a respetar nuestras costumbres y valores, y a sumar, y a trabajar, y a agradecer la hospitalidad de los españoles. Pero que esto lo entienda Sánchez es imposible, porque es otro al que hace tiempo le cayó un mamón comunista encima y aún no se ha repuesto del síndrome de Estocolmo o, quizá por contagio de Begoña, del Síndrome de Stock Options, desmedida ambición por la que, Dios mediante, los veremos caminito de Jerez, como decía aquel juez de brillante coronilla, ilusión inicial, e infausto recuerdo final.
Como decía, aunque a veces parece que nos olvidamos, los venezolanos también son noticia por el comienzo de la campaña electoral, eufemismo comunista para referirse al paseo triunfal de Maduro fingiendo normalidad democrática mientras encarcela, condena injustamente, o pone trabas a la oposición. A pesar de todas las perradas que acostumbra a hacer a la oposición moderada —la mayoría de la oposición frontal está en la cárcel o en el exilio—, una vez más los sondeos le sitúan veinte puntos por debajo en esta recta final hacia las presidenciales, una campaña electoral que culminará el 25 de julio, tres días antes de las votaciones.
Sin embargo, no hay mucho que celebrar. Maduro ha vuelto a revocar la invitación a los observadores de la UE que debían velar por la limpieza de la jornada electoral, de modo que ya sabemos exactamente cómo funcionará eso. No hay mucha diferencia entre las elecciones chinas, venezolanas, y los butifarréndums de la ensoñación terrorista secesionista.
Hay una constante en la extrema izquierda comunista y socialista, si fuera posible establecer diferentes entre ambas hoy, y es la costumbre de acusar a los demás de los delitos y crímenes que cometen, o que van a cometer. El caso de Sánchez es paradigmático, acusando a otros de mentir, de robar, de manipular, o de crispar. Pero el de Maduro tampoco falta nunca a la cita del paradigma rojo. De hecho, el régimen venezolano ha acusado a Argentina de estar elaborando un plan para sabotear las elecciones presidenciales; para darle un poco de credibilidad a esta estupidez, desvelan que se está trazando desde la embajada de Argentina en Caracas, donde están refugiados seis colaboradores de María Corina Machado. Tan pronto como comenzó el plan de refugiarlos, Maduro cortó la luz a la embajada; típico sabotaje en el ojo ajeno.
Lo cierto es que Maduro dice que Argentina está preparándose para sabotear las elecciones presidenciales, así que ya no hay ninguna duda de que las robará él antes de que eso pudiera ocurrir, porque para eso se inventa la excusa. Si bien por un instante he deseado soñar que tuviera razón, que por alguien pudiera al fin sabotear esas elecciones tradicionalmente robadas por el régimen desde antes de empezar la votación, y deshacerse de las cadenas socialcomunistas que atan y empobrecen a nuestros queridos y pisoteados hermanos venezolanos. Y ojalá la libertad. Ojalá la paz. Ojalá cayeran todos los mamones.