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La Gaceta de la Iberosfera
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Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.
Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.

¿Por qué cayó Roma?

17 de enero de 2024

El Imperio Romano de Occidente cayó a manos de los bárbaros, según el clásico historiador Edward Gibbons, a finales del año de 476 D.C. cuando Rómulo Augústulo, el último emperador, fue depuesto por Odoacro. Hay quien sostiene que éste nació en Panonia y, por tanto, era originario del imperio de Atila; otros, que era de origen germánico; que si huno, rugio, hérulo, esciro, da igual. Odoacro se limitó a dar por finiquitado un imperio que estaba en franca descomposición, y no tuvo más que darle el empujón final. Siguiendo a Gibbon, y en sus propias palabras, «en lugar de preguntarnos como fue posible que un imperio como Roma fuese destruido, deberíamos preguntarnos como pudo subsistir tanto tiempo».

Hace tiempo que sostengo que lo que denominamos Occidente está viviendo una situación similar. Los sistemas emanados tras la segunda guerra mundial se basaban en la lucha contra un enemigo común, la extinta Unión Soviética. Unamos a eso el modelo de democracia parlamentaria, la idea de que lo global era mucho mejor que lo nacional —llegando incluso a verse con malos ojos todo lo que reivindicase el conceto de Estado Nación— y una entrega total a los intereses de los Estados Unidos. El paso del tiempo, el fracaso de organismos internacionales tales como la ONU, la UE, la OTAN, la UNESCO y muchos otros, la partitocracia como sistema, la corrupción generalizada, la cultura del ocio entendida como el nuevo narcótico para las masas más una constante y subliminal ideología que somete al individuo a la dictadura del pensamiento colectivo fueron mellando año tras año los viejos pueblos europeos. Únase a todo esto la dependencia económica europea a intereses foráneos y la avalancha migratoria que ahora ha adquirido ya un carácter de auténtica invasión. Si se molestan en releer la caída de Roma verán que muchos puntos coinciden.

Por eso, una de las cosas más furiosamente rechazadas por la intelligentzia mundialista es el debate de la cultura, de las ideas, del pensamiento. Europa fue durante siglos, incluso a pesar de la caída de Roma, un lugar en el que prosperó la industria, el comercio, el pensamiento y la fe. Todo lo que se hizo, con sus luces y sus sombras, constituye hoy en día la base de eso que llamamos Occidente que, siendo sinceros, es la civilización que más ha hecho por el bienestar del ser humano. Ahora contemplamos cómo se desploma la magnífica catedral europea ante los ataques recibidos desde fuera y desde dentro. Europa como concepto, el humanismo cristiano, el Renacimiento, Galileo y el Siglo de Oro Español, el descubrimiento de América, Shakespeare y Rabelais, todo eso estorba para el edificio que se pretende edificar sobre las ruinas de este prodigio de ciencia y fe que hemos sido.

Que éste no sea el eje principal del debate público da mucho que pensar. Y dice poco y malo de los dirigentes occidentales. Porque el primer frente de batalla es el de las ideas. Y como nosotros tenemos reservas incontables, desean aniquilarlas.

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