«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.

Presidente de «todo eso»

23 de agosto de 2023

Una de las conclusiones que se pueden extraer del resultado de las últimas elecciones generales es que Pedro Sánchez ha dejado de ser el presidente del PSOE y se ha convertido en el presidente de «todo eso» que le va a apoyar en su más que previsible investidura como presidente del Gobierno de España.

El próximo gobierno, como el anterior, tratará de etiquetarse como progresista, pero incluir al PNV y los Junts o antiguos convergentes, y hasta los de Esquerra, en la progresía es un chiste malo.  Son ya muchos años de hacer país mirando a los intereses de un grupito de gente que se han forrado al calor del poder.  Los de ERC se etiquetan de izquierda pero no dejan de ser un partido de clase, muy apegado a sus intereses aunque sean más periféricos que los muy barceloneses de los herederos de Pujol.  

Muchos entendíamos que el pueblo español le iba a pegar un buen revolcón a su presidente en las elecciones recientemente celebradas. Sánchez y el PSOE habían perdido con mucha claridad el poder en feudos muy tradicionales de la izquierda como son Andalucía y Extremadura, e incluso Valencia. Pero no, aquellas elecciones regionales y municipales sucesivas habían hecho que el PSOE perdiera poder, pero no electores, tal y como advirtió Iván Espinosa de los Monteros. Y con este argumento, supongo, se lanzó Sánchez a unas elecciones que parecían perdidas pero que ha ganado, pues en nuestro sistema gana quien forma gobierno (¡señores del Partido Popular!). 

Tras este fracaso de las intuiciones de muchos, y la ciencia de otros de los que mejor ni hablar, existe un enorme desconcierto y ganas de saber qué ha pasado. Hay algunos datos, el bloque de la derecha suma un millón de votos menos que todo lo demás. Parece que el personaje Feijoo no ha funcionado, es un tipo peculiar y muy dubitativo, sin entrar en estereotipos regionales, y que incluso sus fotos de hace muchos años con el narcotraficante Dorado han pesado. Desde luego, la prensa internacional dio una amplia cobertura a esta relación.  

También falta saber cómo ha operado el miedo a Vox en la ecuación electoral. Aunque supongo que, dada la actual narrativa del PP, echarle la culpa a Vox de forma burda del fracaso, tratarán de ocultar el alcance de esta estrategia de Sánchez. Les va la supervivencia como cuadros dirigentes del PP. Desde luego poco ayudó Feijoo con sus oscilaciones de tarambana hacia Vox y el PSOE de la última semana de campaña.

Ahora vivimos una ofensiva de que «todo eso» que va a apoyar a Sánchez, es la España moderna frente a la caverna de las derechas, y supongo, que tendremos una legislatura al menos, ojo, al menos, en la que se hará mucha pedagogía para que más españoles se integren en el bloque de Sánchez. Y ahí es donde hay que dar la batalla, porque estas elecciones se han perdido porque no existe diferencia clara entre lo que propone el PP y el PSOE más que el de las personas. De ahí que Feijoo en campaña pudiera decir que podía pactar con el sanchismo. En este punto hay que recordar la ridícula cantinela como propuesta del PP de apoyar la lista más votada, que hasta escenificó Feijoo en el debate en televisión y que calló Sánchez cuando le propuso que empezaran por Extremadura. Feijoo le contestó a la gallega, un par de monosílabos inaudibles y el silencio. Puede valer allí, pero no entre el resto de los españoles; a muchos nos recordó lo hartos que acabamos de los métodos de su paisano Rajoy.  

Si la pedagogía de Sánchez funciona no sólo le veremos en el poder muchos años, sino que además galoparemos hacia una España desconocida con unos territorios cada vez más independientes e insolidarios. Una España donde lo woke reinará por doquier y donde seremos los campeones, convencidos, del cambio climático y demás modernidades globalistas. Y el estatismo apabullante en el que vivimos, —hoy la presión fiscal media se lleva las rentas que generamos hasta bien entrado el mes de julio—, será asfixiante. Necesitamos una estrategia urgente para hacer una oposición seria y ganadora, porque «todos esos» simplemente nos llevan a la ruina moral, política, social y económica. 

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