«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Periodista, escritor e historiador. Director y presentador de 'El Gato al Agua' de El Toro TV.
Periodista, escritor e historiador. Director y presentador de 'El Gato al Agua' de El Toro TV.

Qué bien está todo

13 de junio de 2023

«Qué mal está todo». Seguramente es la expresión más repetida en los últimos años en cuanto dos personas de umbral crítico elevado empiezan a intercambiar inquietudes. La política, la economía, la moral social, la educación, qué sé yo. Y en general, España, claro. Qué mal está todo, en efecto. En la Feria del Libro, caseta tras caseta, es también lo que te dicen muchos de los lectores (gracias a todos, por cierto) que se acercan con su ejemplar de Te voy a contar tu historia en la mano. Y yo les digo: «No, qué va. Nunca hemos estado mejor«. Y de verdad lo creo.

Mire usted los anaqueles de cualquier librería, los canales de YouTube, los podcasts diversos en la red. Es asombroso. Se diría que España está viviendo un auténtico maremoto de patriotismo. ¡Y también al otro lado del mar! Pongamos un poco de perspectiva. Hace sólo veinte años, habría resultado inimaginable que cualquier librería de cualquier barrio estuviera llena de libros sobre los tercios, la conquista de América, la refutación de la leyenda negra, la Historia de España en general. Es más: hace sólo veinte años, a cualquier autor le resultaba dificilísimo colocar un libro de esa temática en cualquier gran editorial, y para obtener el nihil obstat de la nueva inquisición progre era necesario acreditar una dosis mínima de hispanofobia. Hoy, por el contrario, entras en cualquier parte y descubres a este autor que recupera a los héroes de Baler o a esta otra que resucita a tal o cual dama de la España de los Austrias. Y lo más prodigioso: todo esto se ha hecho contra el poder, contra los medios de comunicación mayoritarios, contra el sistema educativo, contra la cultura institucional.

En España, desde hace casi medio siglo (se dice pronto), venimos padeciendo una sistemática empresa de zapa cuyo objetivo ha sido y sigue siendo desmantelar todo sentimiento patriótico español. Los empresarios de demoliciones (la fórmula es de Azaña) han sido los poderes públicos. En eso han venido coincidiendo una izquierda furiosamente hispanófoba, una derecha que quiere disolver sus complejos en el magma anónimo del mundo global y unos separatismos decididos a construir sus propios proyectos nacionales a costa del resto de los españoles. Toda la cultura oficial se ha puesto al servicio de ese proyecto. No hay más que ver el repertorio del cine español, tanto más hispanófobo cuanto más subvencionado (¿Por qué cree usted que el cine español es tan hispanófobo? ¡Precisamente porque depende demasiado del dinero que le da el Estado!). Y pese a ello, los españoles, en un momento determinado, empezaron a sacudirse el yugo. Ojo a esto, porque es sin duda uno de los rasgos mayores de la cultura española actual: el pueblo, la gente, ha decidido reapropiarse de nuestra historia colectiva a pesar de la desidia y la hostilidad del poder. Es sencillamente maravilloso. Las consecuencias de esta reconquista todavía son impredecibles, pero, en efecto, nunca hemos estado mejor.
¿»Qué mal está todo»? Cuando se dice eso (todos lo decimos alguna vez), es imposible no recordar aquella medio broma de Borges en la dedicatoria a Juan Crisostómo Lafinur de su Nueva refutación del tiempo: «Le tocaron, como a todos los hombres, malos tiempos en que vivir». Nos han tocado, en efecto, malos tiempos en que vivir. Como a todos los hombres, incluidos Lafinur y Borges. La buena noticia es que, en medio de esos malos tiempos, aquí el pueblo está reconstruyendo lo que el poder le quiso quitar. Se llama identidad. Y sin ella no se puede vivir.

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