Ayer mantuve una muy interesante y reconfortante tertulia en el Colegio mayor Moncloa. Comenzamos a las 9.30 de la noche, mas o menos, y concluimos a las 11.15. Es decir, prĆ”cticamente dos horas de preguntas formuladas directamente porĀ los jóvenes que abarrotaban el salón. Por cierto, ver a chicos/chicas de veinte aƱos interesados en problemas de actualidad es muy reconfortante, sobre todo porque casi todo el mundo predica que nuestra juventud actual se dedica a āpasar millasā de todo cuanto les rodea, instalados en una suerte de bienestar artificial en el que la droga en su distintas versiones acaba haciendo algo mas que un acto de presencia. Pues no todos, a lo que se ve, porque ayer el interĆ©s que vivĆ fue muy elevado.
La proliferación de medios de comunicación y en especial de redes sociales, se traduce en una mayor cantidad de información disponible, pero si somos sinceros debemos admitir que tambiĆ©n en una proporción muy elevada esaĀ informaciónĀ es en realidad desinformación, cuando noĀ intoxicaciónĀ pura y dura. Por otro lado, los programas informativos en los que ciertas personas opinan sobre asuntos de la actualidad, no siempre ofrecen una información ni rigurosa ni exenta de complicidades polĆticas. Y al leer esto nadie debe rasgarse ninguna vestidura, y no porque haga frĆo āque lo haceā ni solo por proteger la intimidad āque falta haceā sino, ademĆ”s, porque es verdad. Mas de uno de lo/as asistentes se quejaba de que los tertulianos televisivosĀ parecen saber de todo y en especial en algunos casos se les nota que sus opiniones son dictadas desde partidos polĆticos que parece como si les financiaran.Ā Y tenemos que admitir que en ciertos sujetos notorios, la manipulación alcanza tal nivel que se instala directamente en la comicidad.
Por ello mismo debemos recuperar la tertulia como marco. No se trata de que alguien llegue allĆ, suelte un alegato de cierta duración, permita un par o tres de preguntas, y asunto concluido.Ā Necesitamos interactuar con el sujeto en cuestión. Preguntar y obtener respuestas. Evidenciar en voz alta nuestras inquietudes. No siempre tendrĆ” respuesta adecuada, y en muchas ocasiones sus respuestas quizĆ”s no encajen con lo que nos gustarĆa escuchar. Pero la tertulia consiste en ese intercambio de opiniones en vivo, en directo, sin el intermediario de una pantalla de televisión o de ordenador
Antiguamente en los casinos se tertuliaba, si se me permite utilizar ese verbo. Bueno, en los casinos y en muchos mas lugares. Se comentaba, discutĆa, debatĆa. Yo recuerdo que en mi Ć©poca del banco, cuando invitaba a algunas personas a cenar, les indicaba previamente un tema a tratar y alguien hacĆa de ponente, en el sentido de que lo estudiaba en profundidad, y de este modo la cena circulaba alrededor de la materia elegida. La tertulia se estructuraba y ese rato se aprovechaba para algo mas que comentarios cargados de liviandad
Por ello me parece una buena idea que el Grupo Intereconomia haya recuperado estas tertulias y por eso he decidido asistir el próximo miércoles. El riesgo es defraudar a la audiencia, pero quien no ama el riesgo se queda en casa.