«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

Tu Negroni lo paga el PP

7 de mayo de 2024

Me pregunto si Rafael García Serrano continúa apareciendo en el plan de estudios de Literatura que siguen los alumnos de segundo de bachillerato. En COU sí estudiábamos a algunos escritores ideológicamente malditos, pero de forma descontextualizada, sin entrar en mucho detalle. Era el caso, entre otros, de este navarro que perpetraba «textos gloriosos y artículos colosales» (Emilio Romero).

A pesar de ser camisa vieja y alférez provisional, García Serrano tuvo algunos encontronazos con el Régimen de Franco. El primero fue la censura que sufrió su novela La fiel infantería. Años más tarde, en 1957, sería destituido como director del diario Arriba por su falta de fervor monárquico. Arrancada la democracia, de manera poco centrista y sin moderación alguna, se le comunicó el fin de su contrato con la Cadena de Medios de Comunicación Social del Estado (MCSE) dependiente del Ministerio de Cultura. La respuesta a Íñigo Cavero, ministro ucedista del ramo y responsable del despido, no se hizo esperar. Por medio de un corrosivo «comunicado», polarizadísimo y destruyepuentes, ajeno a la necesaria percepción de la alteridad dentro de la conversación pública, don Rafael se hizo con la escasa cabellera de Cavero.

Quizá el caso de García Serrano no se ajuste milimétricamente a lo que sigue, pero evidencia que el escritor y periodista pamplonés siempre fue autónomo, por fidelidad a aquello en lo que creía, dentro de un sistema cambiante al que perteneció por derecho y por Derecho. ¿Verso suelto? A su manera, sí.

Dejando a un lado ejemplos extremos —¡evitemos lo excéntrico, terrible fuente de fundamentalismo y sectarismo!—, no es necesario ser un electrón libre para funcionar dentro de un sistema u organización sin tener que asumir íntegramente su percepción del mundo. Sirva de muestra esta casa, iniciativa de la Fundación Disenso —algo público y notorio—, donde conviven diferentes cosmovisiones en la sección de Opinión y en cuyo suplemento Ideas se puede leer cada fin de semana análisis político o sociológico a cargo de lo mejor del panorama académico y otros, abarcando una variedad de denominaciones ideológicas.

El interés de tales «sensibilidades» y análisis es el de su ausencia en los medios generalistas; salvo en casos muy honrosos que más parecen una caución a la excentricidad o un recuerdo de otra época que otra cosa. Hay vida más allá de la visión del mundo propuesta por tres cabeceras y de la turra que no cesa sobre la polarización, el populismo, Sánchez y la crisis que la democracia liberal se ha buscado. Hay vida más allá del PSOE bueno «que modernizó España», del PSOE malo y del PP de las lentejas y el tofu. Hay debates, necesarios, que no deben hurtarse al discernimiento de los españoles, por pocos que sean los interesados.

Tratar de manera condescendiente al medio, o medios, que los afrontan y despachar estos asuntos recurriendo al comodín del «fundamentalismo», el «sectarismo» y la obediencia ciega a éste o aquel, es propio de los sorbe cócteles que se pierden cuando se les saca del comunicado de Feijoo, pero manejan con maestría la ley del embudo.

No deja de sorprender el ataque de dignidad de algunos desde medios que, pongamos, reciben más de seiscientos mil euros de publicidad institucional entre la Comunidad de Madrid y su Ayuntamiento. Quizá constituiría una buena práctica deontológica que, en algún lugar de las cabeceras del consenso, constara este dato para el conocimiento de los lectores y el manejo del sesgo: «Para evitar que se conviertan en pasto de aquellos que interpretan la realidad conforme a sus intereses».

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