La semana pasada ocurrieron dos hechos, aparentemente inconexos, que muestran la urgente necesidad de articular una nueva oposición en Venezuela. El primero de ellos fue la divulgación del informe de la FiscalĆa de la Corte Penal Internacional, en el que se da luz verde a la investigación contra NicolĆ”s Maduro y sus aliados por cometer crĆmenes de lesa humanidad.
El segundo hecho fue el inicio de un nuevo diĆ”logo entre la oposición oficial de Venezuela y el rĆ©gimen de NicolĆ”s Maduro, en Ciudad de MĆ©xico, pese al fracaso de casi una veintena de anteriores intentos de negociación y al rechazo que suscitan en la mayorĆa de los venezolanos.
Evidentemente, ambos hechos son mutuamente excluyentes. Si se cree que una organización es culpable de delitos de lesa humanidad Āæcómo se puede llegar a un acuerdo con ella? Porque al sentarse con una mafia a dialogar Āæno se sobreseen acaso sus crĆmenes?
Como bien lo seƱala un anĆ”lisis del periodista JosĆ© Gregorio MartĆnez, con la firma del āMemorando de entendimientoā en MĆ©xico, se da por terminado el interinato de Juan Guaidó y NicolĆ”s Maduro deja de ser usurpador.
Al firmar dicho documento, se arroja al basurero la mil veces repetida promesa de: ācese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libresā, como tambiĆ©n quedan fuera del corazón de los venezolanos sus autores.
Por lo tanto, se abre el espacio para la conformación de una oposición real, no oficialista, comprometida con un cambio total de sistema. Una dirigencia que busque un camino diferente que excluya el diÔlogo y negociaciones con asesinos y elecciones regentadas por autoridades electorales chavistas.
Las banderas a enarbolar por la real oposición estĆ”n, justamente, en el reciĆ©n conocido informe de la Corte Penal Internacional y la acusación de Estados Unidos en contra de Maduro por ser el ācapo de los cómplices del narcotrĆ”ficoā en el hemisferio āmotivo por el cual ofreció una recompensa de quince millones de dólares por su cabezaā.
Es decir, una oposición seria en Venezuela debe diseƱar una estrategia basada en las caracterĆsticas criminales del rĆ©gimen madurista y orientada a activar la Convención de Palermo contra la Delincuencia Organizada Trasnacional, el protocolo de Responsabilidad de Proteger a los Pueblos (R2P) y el Tratado Interamericano de Asistencia RecĆproca (TIAR).
Puede que en este momento tal meta parezca difĆcil de alcanzar āen parte por las repetidas fallas y omisiones de la diplomacia del gobierno interinoā pero tarde o temprano los gobiernos afectados por la ābrisita bolivarianaā comprenderĆ”n la necesidad de promover un cambio en Venezuela o, de lo contrario, ser derrocados por medio de protestas vandĆ”licas orquestadas por el chavismo o derrotados electoralmente por candidatos del Foro de Sao Paulo.
Venezuela cuenta con muchos dirigentes polĆticos de prestigio, entre ellos, MarĆa Corina Machado, Enrique Aristeguieta Gramcko, Antonio Ledezma, Diego Arria, AsdrĆŗbal Aguiar, Humberto Calderón Berti y Carlos Ortega, por mencionar unos cuantos. TambiĆ©n cuenta con mĆ”s del 90 por ciento de los ciudadanos que anhela un pronto cambio de gobierno. Falta ahora que estas fuerzas se articulen con un solo propósito: el cese de la usurpación y la implementación de la justicia.
EstÔn dadas las condiciones para el surgimiento de una genuina dirigencia y militancia de oposición luego de la capitulación en México. Una alianza generosa que priorice el objetivo sobre agendas personales o partidistas. El objetivo es el rescate de Venezuela.