Hay que explicĆ”rselo todo. SĆ”nchez es un nuevo rico del poder. Que nunca estĆ” de mĆ”s recordar que accedió a La Moncloa de la noche a la maƱana sin pasar por las urnas, con una moción de censura ilegĆtima, basada en mentiras, y solo desde esa posición de poder, en un histórico ejercicio de manipulación y mintiendo a todos los espaƱoles, logró mantenerse en La Moncloa metiendo en el Gobierno a los comunistas que no le dejarĆan dormir tranquilo y que, en efecto, no nos dejan dormir en paz.Ā
Santiago Abascal dio ayer con el calificativo perfecto para SĆ”nchez: autócrata. QuizĆ” por eso el presidente, herido en su orgullo, pidió que lo retirasen del Diario de Sesiones -Ā”tócame los camiones!-, que es el tĆpico aspaviento sobreactuado de la polĆtica contemporĆ”nea. En la rĆ©plica, el lĆder de VOX explicó aĆŗn mejor lo dicho y le atizó con la clave definitiva: āUsted no es EspaƱaā. SĆ”nchez miró a CalviƱo. CalviƱo miró a SĆ”nchez. Sonó una bandada de violines. Y negaron con la cabeza al mismo tiempo como en un videoclip de C. Tangana.
Las encuestas sugieren que incluso su base social ha superado el lĆmite de mentiras que puede asumir por corporativismo ideológico
SĆ”nchez no ha entendido lo que significa la monarquĆa parlamentaria. Que desprecia la democracia lo sabemos desde que lo acusaron de amaƱar la votación sobre la convocatoria del Congreso de su propio partido, que es algo asĆ como robarle a un padre. Que siente profunda envidia del Jefe de Estado lo sabemos desde que lo vimos imitar al PequeƱo NicolĆ”s para ocupar un lugar equivalente al del Rey en actos institucionales. Pero su actitud es, cada vez mĆ”s, la del autócrata (autos, por sĆ mismo; cratos, poder) que considera que el poder emana de sĆ mismo o, como dirĆa Ć©l mismo en la intimidad, que el poder emana de sus pelotas. Las mismas que justificaron sacar a pasear a la momia de Franco, provocar un receso cinematogrĆ”fico en la cumbre europea, o amordazar en su casa a toda EspaƱa, empezando por la Constitución.
Cuando Abascal espetó a SĆ”nchez āusted no es EspaƱaā habĆa dos verdades en una: que el presidente del Gobierno de EspaƱa no es el presidente de EspaƱa, y que ya no representa a nadie salvo a los cargos a los que da de comer, que cuando caiga le abandonarĆ”n con toda la vileza imaginable, en este barrizal de lealtades de cristal que es la polĆtica. Las encuestas sugieren que incluso su base social ha superado el lĆmite de mentiras que puede asumir por corporativismo ideológico, que se les ha puesto la cara verde como en el emoticono de WhatsApp por empacho de trolas.Ā
A SĆ”nchez ya solo le quedan sus ministros āy no todos-, sus cargos y empleados, sus sindicatos de clase comprados a golpe de langostino, sus socios parlamentarios a los que mantiene vivos haciĆ©ndoles el boca a boca en cada reparto de milloncitos, y los medios de comunicación que adquirió durante la pandemia. En su cabeza es imposible que con esos apoyos estratĆ©gicos algo pueda torcerse, pero de hecho estĆ” ocurriendo, y tiene gracia: a SĆ”nchez ya no le quiere la calle, de la que tanto hablaban, o la gente, como decĆan los comunistas cuando todavĆa no tenĆan el coche oficial caliente esperando en la puerta de casa.
El socialismo ha vuelto a trufarlo todo de miseria y a hipotecar a varias generaciones, a las que ahora quiere condenar tambiƩn al analfabetismo escolar
Tengo para mĆ que entre las patologĆas del presidente se encuentra, junto al narcisismo, la intolerancia a la frustración. En toda su carrera polĆtica ha resuelto las derrotas con volantazos de inmadurez, órdagos con el argumento testosterónico como Ćŗnico condimento, y golpes de efecto perfectamente equiparables a la pataleta infantil. Es fĆ”cil predecir que algo terrible harĆ” cuando sepa que estĆ” solo, que las familias, los autónomos, los trabajadores, no aguantan un solo dĆa mĆ”s la debacle económica socialista que, una vez mĆ”s, estĆ” arruinando a toda EspaƱa sin excepción; perdón, con una excepción: la de la casta polĆtica en el poder; la que lleva mĆ”s de cuarenta aƱos sin tener que agarrar una manguera de gasolina.
Al contemplar todo lo que estĆ” pasando con la EspaƱa próspera que fuimos hace tan solo unos aƱos, al contemplar cómo otra vez el socialismo ha vuelto a trufarlo todo de miseria y a hipotecar a varias generaciones, a las que ahora quiere condenar tambiĆ©n al analfabetismo escolar, no puedo evitar pensar en que es incluso demasiado castigo para la cantidad de votantes que dieron su apoyo a SĆ”nchez por su aseado aspecto fĆsico. Supongo que nunca aprenderĆ”n. Pero es que los guapos salimos carĆsimos.