«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.

Votar con la cartera

2 de agosto de 2023

Le debemos al inefable Moreno Bonilla que nos haya aclarado en una reciente entrevista lo que busca el señor (o señora) votante medio del PP: economía liberal, compromiso social, equilibrio presupuestario y sentido común.  

No está mal el anuncio que el PP promueve una economía liberal, salvo que seguimos en todos los órdenes o estamentos territoriales, incluso los gobernados por el propio PP desde hace décadas, con una de las economías más intervenidas de Occidente. La elefantiasis legislativa es monstruosa, y el afán de intervenir de la administración con inspecciones de todo tipo, autorizaciones y licencias es incansable.   En España, el cambio de paradigma promovido por la UE hacia la declaración responsable frente a la autorización administrativa previa, no se cumple; y seguimos a la cola en plazos cuando tiene que intervenir la administración.

Nadie duda que es muy importante para una sociedad tener un alto compromiso social.  Una sociedad rica debe cuidar de los que menos tienen. No puede haber pobres entre nosotros. Pero otra cosa es que hayamos abierto nuestro generosísimo Estado del bienestar a todo aquel que se cuele en España en detrimento muchas veces de los españoles. Quizás en este punto, le añadiría al Sr Moreno que una seña de identidad de un partido liberal-conservador moderno debería ser promover la igualdad de oportunidades, pero parece que esta idea, muy importante hasta hace muy poco, ha desaparecido del ideario de los peperos.

Lo del equilibrio presupuestario suena a chiste. Pese a la obligación constitucional que estableció Zapatero con la reforma del artículo 135 de la Constitución ninguno, empezando por el propio Moreno Bonilla y su gobierno en Andalucía, han conseguido el equilibrio presupuestario, sino inmensos déficits que han llevado a una deuda pública que supera nuestro PIB.

Y finalmente, la varita mágica del sentido común, concepto suficientemente ambiguo para dar entender muchas cosas, entre otras, y creo que no voy descaminado, la prudencia. Sentido común equivale a la enorme cautela con la que la derecha española debe tratar el debate público no vaya a ser que la izquierda se enfade. Y así por este concepto tan pintoresco del sentido común, el PP hace suyos todos los postulados de la izquierda.   

La campaña electoral que acabamos de vivir ha sido especialmente desagradable por la guerra interna que ha vivido la derecha. Ninguno nos hemos librado en nuestros entornos de la murga del voto útil.   Las razones eran muy difusas, por supuesto se apelaba a la bonanza económica que sin duda traería un Gobierno fuerte de Feijoo. Incluso se mencionaban importantes beneficios personales para que el voto se centrara en la cartera de los españoles.   

También se nos echaba en cara la falta de inteligencia que suponía  votar a los ultras de VOX —¿alguien se imagina a un líder de la UCD llamando facha a Fraga?—, o mantener que era la única forma de echar a Sánchez pese a que la aritmética según muchos estudios publicados —y que circulaban en redes— aconsejaban lo contrario, pues beneficiaban a la izquierda como al final ha ocurrido. Los vencedores de estas elecciones, la izquierda y la coalición de Gobierno, no han hecho apelaciones al voto útil, y de forma más importante se han tratado con el debido respeto democrático entre ellos pese a presentarse muy divididos pero complementarios. El PP, pese a que VOX le dio a Moreno Bonilla el primer gobierno de la derecha en Andalucía, y algún gobierno más de importancia, no ha sido capaz de encontrar la complementariedad de VOX.

Pero volvamos a las cuatro ideas de Moreno Bonilla y hagamos un ejercicio programático. Liberalizar la economía seriamente ayudaría a soltar el indudable talento que tienen los españoles.  Hoy es costosísimo montar una empresa, además de tener que cumplir un sinfín de legislaciones completamente contrarias, esta vez sí, al sentido común. La derecha oficial, tal y como promueve VOX, debería comprometerse seriamente en su programa a reducir el peso del estado en la economía.

Nuestro Estado del bienestar produce un ejército de parados que, además, no tienen ningún incentivo para trabajar. Son muchos los sectores que, pese al paro, el más alto de la UE, no encuentran personal.   Empecemos aplicando el sentido común ahí, incentivemos la ocupación y de paso el crecimiento de las rentas, que están estancadas desde que Aznar dejó el Gobierno. Incentivos y rentas dignas sí pueden generar un verdadero pleno empleo.

Tenemos un mandato constitucional para mantener el equilibrio presupuestario. El déficit público drena recursos del sector privado, lo que equivale a drenar posibilidades para que el empresariado pueda prosperar.  Es así de sencillo, y de sentido común. Cumplamos la Constitución.

Y finalmente, la prudencia: este es el gran complejo de la derecha española y la gran causante que Sánchez vaya a estar al menos nueve años en el gobierno, y probablemente alguno más. España es un país insólito en la política europea pues su partido de derechas es el que menos tiempo ha estado en el gobierno. Recordemos que la derecha sólo ha gobernado quince años de los últimos cuarenta años.   La proporción en Europa suele ser de dos tercios de gobiernos de la derecha frente a un tercio de tiempo de gobiernos de izquierdas. Quizás una campaña más ideológica un día haga brotar la ilusión entre el electorado, suele ser lo que hacen los partidos ganadores, pero esto va en contra del «sentido común» que propugna el presidente de Andalucía.

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