Hace años, durante el debate por la venta de Iberia a British Airways y la pérdida de destinos internacionales (La Habana, Lagos, Johannesburgo… por señalar algunos), la Aena británica (BAA) cuyo principal accionista, por cierto, es Ferrovial, contrató anuncios en la prensa británica para apoyar la construcción de la tercera pista de Heathrow. El argumento era que esta tercera pista permitiría abrir más líneas y más destinos internacionales. Incluso cifraban la apertura de cada nuevo destino en unos 650 millones de libras de incremento en el comercio exterior.
La venta también de Air Europa a British Airways puede ser letal para nuestro nuestro comercio exterior. Y es lamentable, puesto que nuestro talento exportador es indiscutible. Hoy, nuestro comercio exterior representa más de dos tercios de nuestro PIB, y en un contexto de muy poco apoyo (la financiación, avales sobre todo, sigue sin ser fácil); tenemos empresas muy pequeñas para aventurarse fuera, y cada vez estamos más aislados al menos por el aire, pese a tener una red de aeropuertos incluso excesiva.
Hay que recordar que en la crisis financiera, la de 2008; el Gobierno de entonces pretendía la recuperación promoviendo la demanda interna, pero fue la externa la que nos sacó del atolladero. Valga la imagen del españolito que cogió su maleta y en lugar de irse a la inmigración, cogió su maleta, esta vez de muestras, y empezó a vender por todo el mundo.
Hoy, no tenemos vuelos directos con las primeras economías africanas y asiáticas, tampoco conexiones directas suficientes con muchas ciudades americanas. Cuando las hay, son casi representativas, una o dos veces por semana, por ejemplo, con gigantes como la India o China. Otro ejemplo, para llegar a la primera economía africana, Nigeria, que está apenas a cinco horas en vuelo directo desde España, hay que ir vía Londres, París o Estambul y se tarda doce horas.
No abogo por volver a tener una compañía aérea estatal, pero con el mercado se puede ser eficiente e inteligente. Incentivemos la constitución de una empresa aérea española y también la apertura de destinos internacionales mediante incentivos fiscales, acceso a aeropuertos y demás cuestiones.
La diplomacia nació como soporte para el comercio y luego el estatismo que lo envuelve todo lo convirtió en un juego de representación política y cooperación. España es una potencia mediana que debería centrar sus esfuerzos en promocionar su cultura, en particular el idioma español, pero también su comercio y empresas. Abrir destinos internacionales directos promueve el movimiento de personas, el turismo y el comercio, se inician las presiones para reducir trabas a las inversiones para que florezca el bienestar en los dos países unidos.
Los británicos lo tienen claro, hagamos lo mismo.