«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Y si no, dime, adónde vas

21 de mayo de 2025

Según informa EFE (el gobierno), el ministerio de derechos sociales (el gobierno) denunció ante la fiscalía (el gobierno) al obispo Reig Pla por decir que «la discapacidad es herencia del pecado y del desorden de la naturaleza».

Se refería al pecado original, pero prefieren hacer creer que está llamado homosexuales a los cojos, los tuertos, los ciegos o los socialistas y que todo se lo merecen por pecadores.

El País informó de ello como de un crimen. «La homilía la pronunció el domingo 11 de mayo en la misa de las 13:00» y recordó el historial «polémico» del religioso con el aborto o la eutanasia. Otro obispo, el de Salamanca, remataba el opus periodístico criticando las palabras por carecer de «inclusividad».

El País, que ya pide 0’05 euros al día por la suscripción, a punto de pagar por ser leído, es faro de burricie y al resto de periódicos les faltó tiempo. En cascada, de ahí hacia abajo, hasta los niveles más lagartijeros de la estupidez, se difundió la polémica para que los tontos más tontos de Occidente (y Occidente empieza muy lejos) rebuznaran su escrúpulo kármico: ¿acaso mi prima Angelines se merece ser coja?

Deprime darse cuenta de que en este ecosistema, con este paisanaje, estaremos lo que nos queda de vida, pero sobre todo comprobar que tantas personas no solo están privadas de la cultura más básica, sino de los rudimentos mínimos de la esperanza.

Porque cómo cambia la vida, y a todos nos llega el momento de entenderlo, cuando intuimos nuestra humanidad a la luz de otra cosa.

No dudamos de la mala intención del gobierno y de sus órganos de intoxicación, pero tampoco podemos menospreciar su ignorancia, que alcanza ya al pecado original, lo mínimo de lo mínimo del catecismo; el hombre no es así porque Dios sea chapucero o cruel, sino por su condición, pecado que cura Cristo arriesgándose a una denuncia del Colegio de Médicos por intrusismo.

La idea de pecado está tan perseguida que también el original subleva. El efecto es curioso: de la intransigente soberbia personal pasamos a malentender o a no entender en absoluto la relación de la humanidad con Dios, lo que inclina a una soberbia aun peor. El pecado original nos abaja, evita bastante desafuero y no entenderlo o no querer que se entienda nos devuelve al pelagianismo (de Pelagio, ¡otra vez los anglosajones!), muchos siglos atrás en la historia de España que quizás no sería la misma, o no sería, sin pecado original.

La caída en des-gracia del hombre está también en el arte: las caras de vergüenza y dolor de Adán y Eva en Miguel Ángel o en Masaccio. ¿Qué piensan nuestros inteligentes cuando las ven?

El dramatismo de esta expulsión impacta en la mente del niño. Adán nos da pena, lúser, calzonazos, perdió el paraíso, y lo vamos olvidando; sin embargo, podríamos pensar más en él. Ser un poco adánicos porque al salir se llevó consigo la esperanza y un recuerdo de gloria.

Es un insulto dudar del obispo y poner sus palabras en contexto (parece que tenemos que ir por la vida con el contexto encima, como si fuera una coartada o la documentación del coche), pero si la escucharan, verían que en la homilía se dirige a un niño, «venimos de Dios y volvemos a Dios», y con suave acento valenciano le pregunta: «Y si no, dime, adónde vas».

Para los prelados preocupados por la inclusividad, conste que el obispo usa en todo momento la expresión «discapacitados», físicos y psíquicos, una respetuosa palabra que se agradece porque permite liberar otra muy necesaria en la actualidad: la palabra subnormal.

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