Los comunistas de Sumar han tenido una idea en la neurona B. La A se dedica exclusivamente a subir impuestos. La segunda y la última, la B, es la dedicada a prohibiciones y sanciones. La idea es interesante, al menos en el sentido en que le resultan interesantes ciertas cosas al príncipe del averno: quieren utilizar la Inteligencia Artificial generativa para controlar el discurso político en la opinión pública durante las campañas electorales.
Resulta un poco ambicioso que alguien como Yolanda Díaz, de quien no conocemos que sea templo de inteligencia natural alguna, se embarque ahora en el empleo de algo aún más remoto, que es la Inteligencia Artificial. Tal vez le quede grande el proyecto. Yo empezaría por tratar de trazar rectos los palitos en el cuaderno y luego ya ir viendo.
Sin embargo, la idea es divertida, porque aseguran los comunistas que «el uso engañoso de IA representa una amenaza especialmente durante los procesos electorales donde la difusión de información falsa puede ser perjudicial y difícil de contrastar». Cada vez son más indistinguibles el PSOE y Sumar, porque toda esta iniciativa que pretende sacar adelante Yolanda Díaz no es más que la formalización de las denuncias de Sánchez en sus epístolas a los españoles. Recordemos que el presidente vive en un estado de alucinación permanente, que oye voces que le dicen que hay un complot de ultraderecha para acabar con él; alguien debería decirle que el único complot para acabar con él, a esta hora, parece haberlo urdido su esposa, o al menos eso sospechan los jueces, y los periodistas de investigación.
También tiene gracia que Sumar vea en la IA, que es algo joven, todavía minoritario, y en cierto modo intangible, una amenaza, y no vea una amenaza vieja, archiconocida, mayoritaria, y lamentablemente tangible en lo que ella representa, que es el comunismo. Entre la IA y el totalitarismo de extrema izquierda, prefiero la IA, incluso aunque amenace con dejarme sin trabajo.
A Sumar le preocupa muchísimo que alguien pueda arruinar su maravillosa campaña electoral suplantando voces con IA para hacer a Yolanda Díaz decir bobadas que la desprestigien ante la opinión pública. De nuevo, alguien debería decirle que no se ha inventado aún una IA tan desarrollada que permita perfeccionar el nivel de las sandeces que, por ella misma solita, suelta Yolanda Díaz en cualquier mitin.
Más allá del inevitable cachondeo, es necesario pararles los pies insistiendo en el verdadero trasfondo de esta pretensión: el comunismo 2.0 pretende emplear técnicas de manipulación por IA para minimizar el impacto de los mensajes de sus rivales políticos.
La única ventaja es que, si se aplicara esta IA en todos los paraísos comunistas, igual ya no tendrían que encarcelar, torturar y asesinar a la oposición como hacen siempre, bastaría con lanzarles un algoritmo a la cabeza. Y la desventaja es que, con Sánchez al frente, cualquier medida represiva de sus socios más radicales podría salir adelante, y que la izquierda controle con mecanismos de IA el discurso público es el final de la libertad y de la democracia, o de lo que queda de ambas cosas en esta maltrecha España.
Yolanda Díaz lo sabe y por eso está entusiasmada con la idea. Me la imagino a esta hora en el laboratorio secreto de Sumar, rodeada de microbios con gafitas vestidos de blanco, con unas Google Glass pisándole las mechas por los lados, comunicándose por señas con un ordenador central de IA, probándolo con peticiones del tipo «dime cosas chulísimas» y así. Y a la máquina de IA, me la imagino hasta los huevos de la brasa comunista, a punto de hacerse anarcocapitalista, y gritarles a la cara «¡viva la libertad, carajo!».