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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Zinedine Zidane o cuando la fe se reconcilia con la razón

24 de octubre de 2016

Camino a Chamartín, las mocitas madrileñas van alegres y risueñas. La murcianamadrileña, -aquí, la menda-, como puede. Parando en los semáforos, tiesa, con el sombrero y el paraguas. Rojo, a lo Azorín llegado de Valencia. Pero sin monóculo. El Real Madrid recibía en el palco a la flor y nata, a las nueces con nata y hasta al Banana Split si hacía falta. Ayer don Rafa Nadal y el otro día topándome con la bella Nieves Álvarez. En Valencia tienen a Tamara Gorro. Siguiendo con el lenguaje cursi de las pasarelas, un Real Madrid-Ath. Bilbao (y viceversa) siempre es un must see.

Volvió el abrigo de Zidane. Y volvió, también, el carajal que no deja a los madridistas ver un partido en paz y sosiego. Ojalá Iker Jiménez analizando la empanada frente a portería, esto ya roza lo esotérico. Las buenas ideas se van apilando como leña, pero terminan hechas ceniza. O reduciéndose a guijarros, esos tan molestos en la arena de algunas playas. Afortunadamente, Kroos sigue impartiendo clases de lucrativos pasaportes a gol. Morata demostró que la perseverancia y esa lenta afirmación del hijo pródigo comienzan a dar sus frutos. El público aprecia la constancia. De repente, como en uno de Dickens, agua, relámpagos, truenos que parecen abrir el cielo. Era un Cristiano Ronaldo crispado, fallón, como el torero plantado ante las suertes en el peor terreno. El Cristiano más vulnerable y el más humanizado. Pronto, Ronaldo podrá decir aquello de Woody Allen “humor = tragedia + tiempo”. Para colmo, el eterno sirimiri, lluvia racheada y chaparrón cuando Zidane quita a Isco (que progresa adecuadamente). El graderío estalla en alteradas paragüinas. Zinedine declaraba, “no existe ninguna Liga que puedas ganar sin sufrimiento. Miro lo que hacemos todos juntos, esto es muy largo y vamos a necesitar de todos”. Ya decía el filósofo que lo que se concibe claramente se enuncia claramente. Working in progress, somos líderes. Como Faulkner, entre el dolor y la nada elijo el dolor.

Por su parte, el Barcelona paseó por Valencia como animal herido fuera de su madriguera. El Barcelona sigue en perfecta forma arbitral, que decía Juanma Rodríguez. El árbitro es un sentimental, le cuesta romper las costumbres. Ese último minuto contenía el corazón del aficionado ché en el alambre, como colgadode aquel reloj gigante de cuyo minutero quedaba Harold Lloyd. El aficionado culé se va a convertir, a este paso, en esa señora del sketch de Martes y Trece que rechaza las dos cajas de detergente Gabriel que le ofrecían en lugar de una del mismo detergente. Delirante. Aun así, permanecemos frente a la pantalla; la trama es lo suficientemente intensa aunque sepamos el final. Para terminar de enlodar, Messi dejándose ver, gustándose en la suerte en la misma cara del toro, ergo portero y la afición, tras marcar el penalti. “La mesura es importante en todas las facetas de la vida”, luego que si me salen frases Rajoyianas. Mientras, en las tertulias de can Barsa contándonos uno de los Hermanos Grimm.

Las dominicales cuatro de la tarde me pillaron en el sofá como hámster en su rueda. En bucle. Hasta que observas que el parloteo habitual de Simeone en la banda se resumía en su chándal. Debe estar esperando aún a que escampe. Luis Aragonés siempre lo llevó, “yo creo que un entrenador debe ir en chándal a los partidos”. Después de esta derrota, sé de un chándal que se va a ir a tomar viento o a la hoguera. El pachanguismo del ‘Penalti más largo del mundo’ va a llegaaaar.  

En Cornellá-El Prat, Caicedo interpretó my way aquel ‘rafanomejodas’ en primera persona. Salir y besar el santo de récord. Para correrlo a gorrazo limpio paseo de Gràcia arriba y abajo. Un Caicedo vacío, en diccionario taurino, flojo y descastado. Al menos que reconozca como Rafael el Gallo, tras una mala tarde: “De mí sólo decirte que las opiniones quedaron divididas… Unos se metían con mi madre, y otros con mi padre”. Creo que entre Quique Sánchez Flores y el futbolista existen ya diferencias irreconciliables, como alega Angelina Jolie a Brad Pitt. Retomo, que me disperso. Me quedo con los últimos minutos de Bale. El trabajo de Isco. Y esa catarsis genuina de las grandes novelas cuando el Madrid logra el gol de la victoria. Continuamos generando relato.  

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