Como el año pasado, la dictadura de Nicaragua ha prohibido las procesiones de Cuaresma y Semana Santa. Las celebraciones populares propias de este tiempo litúrgico no podrán salir a las calles de Nicaragua, tras la prohibición del dictador Daniel Ortega.
Así lo ha denunciado la opositora y activista Martha Patricia Molina, que ha explicado que «más de 400 Vía Crucis no realizarán el recorrido habitual este viernes de Cuaresma» por prohibición del mandatario. Según han explicado cientos de usuarios en redes sociales, la prohibición afecta a los ritos en los espacios públicos, y las procesiones deberán realizarse en el interior de las iglesias.
Una prohibición que en algunos lugares se dará «a medias». Así lo han confirmado algunas diócesis, que podrán salir a la calle para recorrer únicamente la manzana en la que se ubique el templo católico. Una limitación que la abogada Molina no duda en catalogar como «dictadura criminal que ni en Cuaresma cesa su odio en contra de la Iglesia católica».
La persecución del catolicismo forma parte del plan diseñado por la esposa del dictador Ortega, que desde 2017 hace y deshace como vicepresidenta del país. Precisamente en el mes de enero concedió una entrevista en la televisión del régimen para explicar que «hay una estrategia» para las celebraciones de Semana Santa. Unos actos que no van a ser organizados por la Iglesia, sino impuestos por la dictadura en forma de «procesiones populares» a través del Instituto de Turismo.
Como sucedió en 2023, el Gobierno de Ortega aprovechó para mezclar los actos litúrgicos con su ideología, alternando procesiones católicas con reivindicaciones indígenas. La esposa del dictador negó entonces la persecución a la Iglesia Católica, mientras mantenía en prisión a 18 sacerdotes encarcelados: «Si arrestan a un cura por algo será», zanjó.
