El Exorcista provocó el miedo a millones de personas y desde su estreno estuvo inmersa en la polémica. Lo cierto es que tanto el director de la película,William Friedkin, como el autor de la novela en la que se basa, William P. Blatty, consiguieron con mejor o peor suerte sacar al demonio a la luz pública justo en los años del posconcilio y cuando en muchos ambientes eclesiales se negaba o se callaba sobre su existencia. Han pasado justamente cuarenta años desde aquella polémica película. Desde entonces se han filmado réplicas similares pero El Exorcista sigue en la mente de estas generaciones. Y su director ha querido hablar de ello para explicar cuál era su intención con y censurar algunas críticas que ha recibido en estas décadas.
Durante su estancia en Venecia donde recibió en León de Oro por su trayectoria, Friedkin concedió una interesante entrevista al diario ABC en la que dejaba este titular: «El Exorcista no es cine de terror, trata sobre el misterio de la fe». En este sentido, el polémico director afirmaba en otra entrevista en Estados Unidos que la película trataba cuestiones mucho más profundas de lo que se puede encontrar en una película de terror. Ni a Blatty ni a mí nunca se nos pasó por nuestra mente hacer una película de terror.
Volviendo a su entrevista en ABC el veterano director indica que en ella ocurren cosas terribles, pero muchas de las películas de terror que veo -el 95% de ellas- son simplemente, ¡basura! ¡No hablan de nada! Solo intentan asustar a la gente. Con El Exorcista no intentamos asustarles, intentamos que piensen sobre el misterio de la fe en torno a un caso real, uno de los tres casos que fueron validados por la Iglesia Católica en Estados Unidos durante el siglo XX, un caso de posesión demoniaca. ¡No estoy utilizando la historia como un instrumento para asustar a la gente!.
Por ello, afirma que el demonio de El exorcista es el reflejo de ficción de una historia real. Sobre cómo se decidió a realizar esta película, William Friedkin contaba en otra entrevista que había leído los archivos jesuitas en Washington DC del caso del exorcismo en 1949 que llevó a Bill a escribir su novela. Luego hablé con el presidente de Georgetown, una universidad jesuita, sobre este caso y lo que él sabía, y estaba convencido de que lo que había sucedido era algo que estaba más allá de nuestra comprensión general de la enfermedad y cómo curarla. Esto no era una historia de miedo, esto era algo de lo sobrenatural en el mundo natural.
Y así fue cómo me acerqué a la película. Preguntado por qué esta película sigue vigente cuarenta años después pese a los avances del cine y de los efectos especiales, Friedkin considera que porque hace pensar a la gente de todas las religiones -incluso a quienes no practican ninguna- en el misterio de la fe. Para quienes creen en Jesús, la película ilustra el poder de Cristo; pero también para quienes creen en Mahoma o en Buda. Las únicas personas que creo que están equivocadas son aquellas que dicen que no existe ningún dios. Igualmente le preguntaban si siendo agnóstico creía en los exorcismos. Ante esto, el director de la película afirmaba que la definición de agnóstico es alguien que cree que el poder de Dios es incognoscible. Esa es mi posición.
Creo en Dios y creo en el alma humana. Tal vez algún día se descubra la causa de lo que pasó con esa joven, pero en aquel entonces, era solo curable por un exorcismo. Sobre este asunto, intenta explicar por qué El Exorcista es una experiencia poderosa incluso para las personas no religiosas. En su opinión, ofrece una explicación de por qué cosas malas suceden a gente buena. El objetivo del demonio no es la niña, es el sacerdote que está perdiendo la fe. El demonio está tratando de hacer creer al sacerdote que no hay Dios, que todos estamos sucios, que somos execrables y no valemos un comino.
Al final de la película el sacerdote recupera su fe. Así que para mí es un final potente y positivo». En esta particular forma de ver la fe, añade que «personalmente creo que dentro de cada uno de nosotros hay estas fuerzas del bien y del mal constantemente luchando por nuestras almas. Ese es el objetivo de todas las películas que he hecho». Sin embargo, pese a las críticas recibidas por la película, William Friedkin asegura que ésta ha ayudado al cristianismo en Estados Unidos y que ha llegado incluso a suscitar vocaciones.
Cuenta que en un plató de televisión coincidió con el actor James Cagney que le abroncó porque su peluquero de toda la vida, «el mejor que he tenido» según sus palabras-, vio la película y tras esto dejó su profesión y entró al seminario. Sobre el cristianismo, el director de El Exorcista confiesa que «aunque no soy católico, me siento abrumado por la idea de que un hombre de 33 años, de una minúscula parte del mundo y en la que ninguna palabra escrita salió de su mano haya afectado así a la vida de millones de personas.
Miro a la Iglesia Católica y veo a estos hombre con los trajes largos y todo ese oro y me pregunto qué tiene que ver con este joven que llevaba una sencilla túnica y sandalias y que curaba enfermos. Pero también me pregunto cómo millones de personas han estado dispuestas a dar sus vidas por estas creencias. Y porque me pregunto, tengo curiosidad por saber».