/strong>
Uno de cada 250 adolescentes va a sufrir algún trastorno alimentario. El más grave de ellos es la anorexia, una enfermedad mental que cada vez se inicia en chicas más jóvenes (entre 13 y 14 años) y que, gracias a un mejor diagnóstico, se está haciendo más visible en los chavales. «Minimizar este tipo de trastornos puede llevar a consecuencias nefastas», ha advertido la doctora Montserrat Graell, coordinadora del servicio de psiquiatría y psicología del Hospital Niño Jesús de Madrid, en el que se integra la unidad de trastornos de alimentación del niño y del adolescente.
Con motivo de la celebración el pasado lunes 30 de noviembre, Día Internacional contra los trastornos alimenticios, esta psiquiatra define la anorexia como «una alteración mental que deriva en un cambio de la conducta consistente en la obsesión por perder peso y en tener una imagen corporal distorsionada». En España puede haber unas 400.000 mujeres con anorexia nerviosa y, aunque la prevalencia de la enfermedad se mantiene estable desde los años 90, lo destacable ahora es el adelanto en el inicio de la enfermedad, desde los 15 años hasta los 13-14 e, incluso, antes.
Ello tiene que ver, según la doctora Graell, con el adelanto de la menarquia (primer episodio de la menstruación) que se está produciendo en todos los países occidentales. Y es que la entrada en la pubertad «enciende», de alguna forma, la vulnerabilidad genética que puede existir. Tampoco se puede afirmar que se esté produciendo un incremento de la prevalencia en los varones. La proporción de nueve chicas por cada chico se mantiene.Lo que sí está ocurriendo, ha explicado esta psiquiatra, es que la enfermedad está ahora menos estigmatizada en los chavales y se ha avanzado en el diagnóstico de éstos: se detecta antes y de forma más certera.
La más mortal: la anorexia
La anorexia es la enfermedad mental con mayor mortalidad (5 %), por encima de otras como la esquizofrenia o el trastorno bipolar. La primera causa son las complicaciones cardiovasculares derivadas de la desnutrición y, en segundo lugar, los suicidios. No obstante, la doctora Graell quiere lanzar un mensaje de esperanza. Cuando se detecta precozmente, en un 60 % de los casos se alcanza una remisión total de los síntomas y en un 20 % se cronifica.
En el curso de la enfermedad también ha habido «un cambio importante». Mientras en los 80 la mayoría de los pacientes eran diagnosticados en un estadio avanzado que requería su hospitalización, ahora gracias al diagnóstico precoz «llegan menos deteriorados y pueden recibir tratamiento ambulatorio», bien en los centros de salud o en los hospitales de día.
Para Carlos Mur, coordinador científico de la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud (SNS), en la anorexia crónica «hay que recuperar el concepto de persona» y la funcionalidad que el afectado ha perdido como consecuencia de la enfermedad. Con este objetivo, la estrategia del Ministerio de Sanidad contempla la creación de un programa de atención domiciliaria, poniendo en marcha pisos terapéuticos que permitan la separación del entorno familiar. «Esto es importante porque muchas veces el ámbito familiar perpetúa y cronifica el trastorno de conducta alimentaria», ha explicado el doctor Mur, que ha destacado que este tipo de pisos potencia la autonomía del paciente y el desarrollo de hábitos saludables para ir recuperando poco a poco las responsabilidades académicas, laborales y sociales. Estarían destinados a pacientes con trastorno alimentario crónico, que tienen ya una pauta alimentaria, hábitos más saludables en la ingesta y, en el caso de las personas con bulimia, que hayan eliminado ya la conducta purgativa.
En el documento en el que trabaja el Ministerio de Sanidad se hace también especial hincapié en la creación de programas dirigidos a la prevención de la conducta suicida, a través del control de impulsos y autolesiones y en las terapias familiares y de pareja «que tienen un papel importante en el mantenimiento de conductas patológicas». Mur ha subrayado que la anorexia es también un trastorno de la identidad, que va más allá de la mera apariencia física. «Permitir a la persona construir un proyecto vital y regenerar sus relaciones personales y familiares» es fundamental. «El sentido de la vida que la persona debe recuperar es base. Sin ello, lo demás es poner parches. Quien tiene un por qué para vivir puede soportar cualquier cómo y ese ‘por qué’ es lo que hay que otorgar a la persona con trastorno alimentario crónico», ha destacado.
Leer más…
Francia declara la guerra a la anorexia