Apolonia Lizárraga era la madre superiora de de las Hermanas Carmelitas de la Caridad desde el año 1925. Cuando estalló la Guerra Civil tenía 69 años y se encontraba en la Casa General de Vic. Allí se preocupó durante los primeros días de la guerra por encontrar acomodo seguro para las novicias y los enfermos que estaban a cargo de la congregación de religiosas.
Tras haber intentado garantizar la seguridad de todas las personas a su cargo, ella misma se buscó acomodo en la casa de una familia que colaboraba con su orden. Allí permaneció hasta que fue apresada durante un registro realizado por milicianos del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista).
Inmediatamente fue trasladada a la checa barcelonesa de San Elías -bajo control de la CNT-FAI-, que ocupaba el edificio que hasta el comienzo de la guerra había sido un convento de religiosas Clarisas. Allí permaneció varios días presa, sometida a privaciones, insultos y golpes. Finalmente, el ocho de septiembre, uno de los responsables de la cárcel, apodado “el jorobado”, en compañía de otros tres milicianos, la trasladaron al patio central.
Una vez allí fue desnudada integramente y se le propuso apostatar para salvar su vida. La religiosa se negó, y los milicianos la colgaron de un gancho que habían instalado en una de las paredes. Ese gancho se usó en numerosas ocasiones para dar muerte de manera salvaje a los presos allí detenidos.
Esta muerte consistía en que eran aserrados vivos, hasta que morían desangrados entre terribles dolores. Y sus cuerpos eran posteriormente descuartizados y dados de comer a una piara de 42 cerdos que habían llevado a la checa tras una requisa realizada en los alrededores de la ciudad.
Poco después, los milicianos realizaron la matanza de varios de estos animales y vendían el producto anunciándolo como “chorizo de monja”. En clara referencia al martirio cometido con la superiora de las Carmelitas de la Caridad.
Varios testimonios de supervivientes de la checa de San Elías coinciden en señalar cómo fue la muerte de Apolonia Lizárraga:
“Actualmente se han encontrado testigos que nos refieren que estando ellos presos en la cárcel de San Elías en el año 1936, era de dominio público que el jefe de la checa, un tal «Jorobado», cebaba en total unos trescientos cerdos con carne humana. Que muchos presos eran echados a dichas piaras y que la General de las Carmelitas de la Caridad, Madre Apolonia Lizárraga, fue una de dichas víctimas que aserraron, descuartizaron (en cuatro partes) y luego en trozos más pequeños fue devorada por dichos animales que en la citada checa engordaban en número de 42”. Así lo cuenta Antonio Montero en su libro Historia de la persecución religiosa en España.
Otros testimonios coiciden en explicar la misma versión:
“Fue cogida prisionera, llevada por los milicianos a una checa, la desnudaron y la llevaron a un patio. La ataron muñecas y tobillos y fue colgada de un gancho a la pared del patio. Con un serrucho la cortaron. Ella rezaba y rogaba por sus asesinos. Estos luego dieron su cuerpo a comer a unos cerdos que tenían allí, que al poco tiempo los mataron y los comían y vendían diciendo que eran chorizos de monja“.
La Madre Apolonia Lizárraga fue beatificada el 28 de octubre de 2007 y recibió el nombre de Apolonia del Santísimo Sacramento.
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