El presidente Jair Bolsonaro aseguró este miércoles que ningún país del mundo ha preservado la vida y los empleos como Brasil sin propagar el pánico ante la pandemia del coronavirus, aunque en el gigante sudamericano cerca de 68.000 personas han muerto por la COVID-19 y más de 1,6 millones están infectadas.
«Ningún país del mundo ha hecho como Brasil. Preservamos vidas y trabajos sin propagar el pánico, lo que también conduce a la depresión y la muerte», señaló el mandatario en un mensaje publicado en su cuenta en Twitter.
«Combatir el virus no podía tener un efecto colateral peor que el propio virus», agregó al insistir en su crítica a las medidas de distanciamiento social impuestas por Gobiernos regionales para intentar frenar la pandemia y que provocaron una crisis económica.
Brasil es el segundo país del mundo con mayor número de víctimas y casos confirmados, tan solo por detrás de Estados Unidos, y continúa posicionándose como uno de los focos globales de la pandemia y el principal epicentro de la COVID-19 en Latinoamérica.
El mandatario brasileño, de 65 años y un fuerte negacionista de la gravedad de la pandemia, gobierna aislado en el Palacio de la Alvorada desde el martes, tras dar positivo para COVID-19.
Bolsonaro es uno de los pocos líderes mundiales que considera que el nuevo coronavirus es una simple «gripecita» y que no ofrece peligro sino a la población mayor de 65 años o a quienes tienen enfermedades de riesgo.
Por eso, siempre ha censurado las medidas de confinamiento social impuestas por los mandatarios regionales desde la llegada de la pandemia a Brasil, que, según él, impiden que la gente pueda salir a «ganarse el pan» y que «Brasil salga adelante».
En su mensaje de hoy Bolsonaro resaltó que el Gobierno central creara medios para preservar empleos y que no solo se dedicara a «retardar el contagio» como lo hicieron algunos mandatarios regionales.
«Nuestro Gobierno atendió a todos con recursos y medios necesarios pero, además, creamos medios para preservar empleos y auxiliamos con cinco cuotas de 600 reales (unos 113 dólares) a un universo de 60 millones de informales/invisibles», dijo al referirse al subsidio de emergencia que el Gobierno ha distribuido entre los más afectados por la paralización de actividades.
El lunes el mandatario brasileño se sometió a otra prueba diagnóstica del nuevo coronavirus, la cuarta desde que comenzó la crisis sanitaria y cuyo resultado dio positivo.
Aunque se mantiene aislado en el Palacio de la Alborada, su residencia oficial, Bolsonaro continúa gobernando y automedicándose con cloroquina, una medicina cuya eficacia contra la COVID-19 no ha sido probada científicamente y que tiene graves efectos secundarios, pero asegura sentirse bien de salud.
«A los que van en contra de la hidroxicloroquina, pero no dan otras alternativas, lamento informales que estoy muy bien usándola y con la gracia de Dios viviré aún por más tiempo», aseguró este miércoles en su mensaje en la red social.
Bolsonaro ha sido uno de los principales contradictores a la emergencia de la pandemia y, pese a las medidas de distanciamiento sugeridas por la propia Organización Mundial de la Salud, se ha paseado en multitud de ocasiones por varios barrios de Brasilia para conversar con los vecinos, muchas veces sin mascarilla, que es obligatoria en la capital del país.
También ha participado en varias protestas a favor de su Gobierno y en las últimas dos semanas viajó a otras ciudades de Brasil y sostuvo diversidad de encuentros en los que no cumplió el mínimo de recomendaciones.