«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Breaking Bad de Pujol

Muchos a lo largo del verano me preguntaban –por haber escrito hace años cual es la catadura moral del clan Pujol (“La Pasta Nostra” Sekotia 2013,  es un ejemplo) si no creo que los Pujol han pasteleado lo suyo y que si la “declaración” es una solución pactada, con contrapartidas para los hijos y esposa de Pujol. A todos les digo que no, que creo que Jordi Pujol está solo, como nunca, y que sus hijos van camino de convertirse en proscritos por las investigaciones que vendrán sobre ellos y que van a ser las protagonistas del “tempo” político hasta el referéndum convocado para el 9-N. Los Pujol no tienen más estrategia que “salvar los muebles”. La carta del ex President rompió los puentes con el respeto de aquellos a los que representó en el pasado. Su “harakiri”  fue un sálvese quien pueda.

En primer lugar, si Pujol aspirase a “pastelear” lo suyo, no hubiera confiado su defensa a letrados peleones de solvencia, pero heterodoxos. Lo hubiera hecho en favor de despachos con cuenta abierta con el poder, al estilo de Roca Abogados, por poner un ejemplo imposible para el orgullo del patriarca Pujol. El comunicado fue un error personal, que no gustó a sus abogados, pero que él impuso. Las iniciativas jurídicas en Andorra, que demuestran que los Pujol tienen un nulo impulso de colaboración con la justicia (persiguen que fracasen las comisiones rogatorias de los jueces españoles), fracasarán. Lo que de verdad persiguen los Pujol en el Principado es que la banca que ha facilitado los datos de sus cuentas secretas (por las que pagaban un diezmo trimestral) les resarzan de los costes provocados por la revelación, que previsiblemente alcanzarán un 150% de lo evadido.

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Después de su “breaking bad” particular, Pujol fue convencido por su partido de la conveniencia de dar explicaciones en el Parlament. Es decir, de sentarse frente a la clase política catalán (con el de la sandalia de la CUP, incluido) y escuchar de ellos apenas media docena de improperios. Otra constatación de que está solo, su partido está a punto de ir de derribar la estatua que complacientes le plantaron en el Maresme (10 veces el tamaño del personaje) como si fuera Sadam Hussein o Ceaucescu. Pujol ha pasado a ser un problema, nadie da la cara por él, ha perdido todo blindaje político. Ese del que hizo tanto uso desde el caso Banca Catalana en los ochenta.

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