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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Crítica: Marte (The Martian), misión cumplida

Un inspiradísimo Ridley Scott dirige una nueva apuesta a lo grande de ciencia-ficción, Marte (The Martian), una joya del cine de entretenimiento que logra colocarse al mismo nivel que la aclamada novela de Andy Weir en la que está basada. A pesar de que el cineasta no corre ningún riesgo, la crónica del ‘náufrago’ marciano es emocionante y, sobre todo, una odisea interplanetaria con un sorprendente sentido del humor.

Hay dos aspectos que garantizaron el éxito a la novela de Andy Weir: su veracidad científica en la que sería una misión tripulada al planeta rojo en un futuro no muy lejano y la comicidad con la que se desenvolvía el protagonista, el astronauta Mark Watney. El espíritu de la obra literaria permanece intacto en la película de Scott, que es por encima de todo un canto a la supervivencia y al optimismo que equilibra la cantidad justa de ciencia con un ritmo ligero y giros sorprendentes (“¡De esta sólo voy a salir echando mano de la ciencia!”, dice Watney antes de ponerse manos a la obra en sus ganas de vivir).

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Matt Damon se luce en la compleja tarea de encarnar a Watney, uno más de los integrantes de la misión Ares III que queda abandonado por accidente en Marte después de que sus compañeros le dieran por muerto durante la evacuación de emergencia de la misión. Complejo papel porque Watney, cual Náufrago (2000), vive un aislamiento dramático que se convierte en una oportunidad para sacar a relucir un carácter ingenioso y divertido que no profundiza en exceso en un sufrimiento o soledad que sabemos, aún así, que existe.

Un reparto de lujo integrado por los astronautas de la misión Ares, Jessica Chastain, Kate Mara, Michael Peña, Sebastian Stan y Aksel Hennie, y los dirigentes de la NASA, Jeff Daniels, Chiwetel Ejiofor, Kristen Wiig y Sean Bean, acompaña a Damon durante toda una odisea que transcurre entre Marte, la Tierra y el espacio. Aunque sin llegar a hacerle sombra, todos ellos sin excepción cumplen sobradamente con cada uno de sus papeles, aunque es Jessica Chastain quien adquiere el mayor protagonismo entre los actores de reparto como el gran contrapeso de Damon en una interpretación en la que combina fortaleza y sensibilidad de forma consistente.

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Tras varios años de desencuentros con la crítica especializada, se nota a Scott cómodo en su mejor registro, el de la ciencia ficción. Sin buscar la construcción de un relato trascendental sobre las grandes cuestiones del ser humano, el director se aleja premeditadamente del cine más reflexivo de Gravity (2013) e Interstellar (2014) y busca evadir al espectador con una receta de puro entretenimiento al que se le perdona no correr demasiados riesgos, acompañada de una banda sonora juguetona a golpe de clásicos como Waterloo de Abba o el I Will Survive de Gloria Gaynor que supone toda una declaración de intenciones.

Matt Damon acababa de salir de Interstellar cuando recibió, con cierta inquietud, la propuesta de Scott de interpretar de nuevo a un astronauta abandonado a su suerte en otro planeta. Al conocer su preocupación por las similitudes, Ridley Scott le animó a sumarse al proyecto de Marte (The Martian) con estas palabras: “Las dos películas son totalmente distintas, esto va a ser divertido”. Y no mentía. Misión cumplida.

Puntuación: 4/5

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