La persecución a los cristianos se ‘ha incrementado dramáticamente’ durante el mandato de Xi Jinping, quien le profesaría una manifiesta ‘aversión a la Iglesia católica en particular’
Las relaciones sino-vaticanas parecen mejorar progresivamente a un precio que, para algunos, se antoja demasiado elevado. De esta manera, el Vaticano parece dispuesto a tolerar, por un lado, que sea el Partido Comunista (que, en el país asiático, es sinónimo del Estado) quien designe a los obispos y a olvidar, por otro lado, que los católicos padecen una severa persecución en ese Estado.
Precisamente a esto último se ha referido el presidente y fundador de la asociación China Aid, Bob Fu. Así, en una conferencia versada sobre la religión en el país asiático, ha asegurado que la persecución a los cristianos se ‘ha incrementado dramáticamente’ durante el mandato de Xi Jinping, quien le profesaría una manifiesta ‘aversión al cristianismo en particular’.
Para ilustrar esta ominosa realidad, Fu ha echado mano de los datos, que no dejan de ser escalofriantes: ‘De acuerdo con nuestra labor documental, el número de cristianos perseguidos por su fe el pasado año fueron 223.000, por los 48.000 de 2016’. Esto avala la hipótesis del presidente de China Aid, pues muestra cómo el presidente Xi ha ido incrementando la represión contra los seguidores de Cristo.
En este sentido, Xi, – que ha abundado desde el inicio de su mandato en la necesidad de que todas las religiones estén impregnadas de la idiosincrasia china – estaría preocupado por dos hechos íntimamente ligados: por un lado, por las iglesias que rehuyen el control del Estado (las ve como una amenaza para la seguridad nacional); y, por otro lado, por aquellas parroquias que, aun siendo controladas por el Estado, se llenan de feligreses cada domingo.
A propósito de esto, el ya citado presidente de China Aid, Bob Fu, ha señalado que el Estado ha compelido a las iglesias a instalar sistema de reconocimiento facial para identificar a quienes entran en ellas, así como a colocar un letrero que prohíba explícitamente ‘la entrada de niños, estudiantes, funcionarios, militares y miembros del Partido Comunista’.
La persecución contribuirá a la propagación de la fe
Fu, en cualquier caso, se muestra convencido de que esta sutil persecución no dará los frutos deseados por el Gobierno chino y que, por tanto, será benéfica para el cristianismo en el país asiático. Esto es, que la represión sólo provocará una ‘aceleración en el crecimiento de la fe cristiana’.
Indiferente a estas aseveraciones – o quizá consciente de la inexorabilidad del crecimiento de la Iglesia en China -, el presidente del Frente Unido chino, Zhang Yijiong, manifestó recientemente la necesidad de ‘sinificar’ la religión católica. Una ‘sinificación’ que a la larga impediría que los fieles ‘utilizasen la religión para dañar la seguridad nacional y la unidad del Estado’.
Leer la Biblia en China
En China – y esto ilustra la naturaleza de la persecución contra los cristianos – la Biblia es un libro ilegal. No ha sido oficialmente aprobada por el Gobierno del país y, en consecuencia, no puede ser vendida en comercios (sólo se puede acceder a ella libremente en las iglesias que escapan del control del Estado).
Como ya se ha aseverado, el objetivo del Partido Comunista es crear un cristianismo al estilo chino, lo que requeriría una nueva traducción y una reinterpretación del texto bíblico. Eso se afirma, al menos, en el documento ‘Principios para promover el cristianismo chino en China en los próximos cinco años’, que fue publicado el pasado 28 de marzo.
Desnaturalizar la religión para, de ese modo, no tener que perseguirla.