«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La entraƱa de Pujol (I)

Jordi Pujol es un hombre imprevisible. Todo depende de su estado de Ć”nimo. Puede dedicarle una hora o medio segundo, saludarte o no. SonreĆ­rte o reƱirte en un avión: ā€œEn lo que has escrito de tal cosa, no tienes razónā€.

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Si tiene hambre come. Si es el primero da igual. Si hay seƱoras tambiƩn. Si llega tarde, no se disculpa. Era asƭ de joven y no creo que los 84 aƱos lo mejoren. Tiene, eso sƭ, una memoria prodigiosa: nombre, caras, lugares, lecturas. Todo perfectamente archivado.

TodavĆ­a no he comprendido bien como una familia austera, que toma vino a granel con gaseosa en la casa de Queralbs, ha dado paso a un clan de obsesos por el dinero; cuando al ā€œpareā€ solo le obsesionaba el poder. Pujol se movĆ­a sin dinero en el bolsillo, cuando le apetecĆ­a comprar un libro de un escaparate se lo pedĆ­a a cualquiera que lo acompaƱase, periodista o visitas, incluidas.

Con la mejor intención, creĆ­ que no seguĆ­a las andanzas de su primogĆ©nito, el que puso los mĆ”rmoles del El Prat, un millón de metros cuadrados y luego se rompĆ­a porque era mĆ”rmol de paredes, no para ser pisado. Tuve el dudoso honor de ir a ver a Pujol con el primer pufo de su primogĆ©nito un fiasco empresarial con una firma informĆ”tica en el Maresme. Le entreguĆ© los papeles que los afectados llevaban al Juzgado y le dije con el mĆ”ximo respeto: ā€œSi no interviene, esto serĆ” un problemaā€.

Ɖl me respondió con un gruƱido y meĀ  giró la cara. Yo dije adiós y me fui. Nunca mĆ”s fui llamado a su despacho de trabajo presidido por aquella mesa ovalada, junto al sofĆ”, donde echaba cabezadas, custodiado por Carme Alcoriza. Aquel dĆ­a deduje que el clan lo querĆ­a todo.

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