Usted puede olvidar, pero la red social no olvida. Lo tiene todo grabado, archivado y analizado: cada ‘like’, cada clic, cada comentario, cada foto que el usuario sube o etiqueta.
Hay alguien, a quien usted no conoce, que lo sabe casi todo de usted. Le conoce mejor que sus amigos íntimos, que sus familiares y, muy probablemente, que usted mismo. Y lo más curioso es que no se trata de ningún espía, sino de una empresa a la que usted ha dado toda la información personal que necesita: Facebook.
Usted puede olvidar, pero la red social no olvida. Lo tiene todo grabado, archivado y analizado: cada ‘like’, cada clic, cada comentario, cada foto que el usuario sube o etiqueta. Además, Facebook cuenta con dispositivos que rastrean la actividad en Internet de sus usuarios cuando no están conectados a su cuenta, obteniendo así información a través de terceros.
Eso, de sus 1.400 millones de usuarios. Datos sensibles, muy personales, desde su salud hasta sus opiniones políticas o sus gustos sexuales, que la red social rentabiliza dedicándolos a la publicidad.
Lo peor: ni siquiera tiene usted que tener una cuenta en Facebook para que la empresa de Mark Zuckerberg guarde información sobre usted. Y no es solo porque usted puede aparecer en la actividad de algunos de sus usuarios, sino también porque cada vez que ‘aprueba’ o comparte contenido de Facebook o clica en anuncios de Facebook está siendo vigilado por la empresa. Y hablamos de más de diez mil sitios web que contienen rastreadores invisibles que registran información sobre sus visitantes.
Facebook usa complejos algoritmos para analizar y relacionar toda la información que almacena de cada persona, sea o no usuario de la red, información que guarda en archivos secretos.
El problema es que no hay modo de comprobar qué información sobre usted está entregando Facebook a terceros para afinar en la publicidad que recibe.
¿A quién puede no poner algo nervioso un conocimiento tan universal y personal de miles de millones de personas? Si el conocimiento es poder, y más que nunca en nuestra época, Facebook tiene un poder inimaginable en un Estado, mucho más en una empresa privada.
Eso, por supuesto, le ha metido en algunos problemas legales. El mes pasado, un trubunal belga ordenó a la red social que dejara de recopilar información sobre nacionales sin cuenta en Facebook o tendría que pagar multas de 250.000 euros al día.
Según informa el diario británico Daily Mail, Johannes Kleis, portavoz de la Organización Europea de Consumidores (BEUC), «se trata de una gran victoria para los usuarios que no quieren que las empresas tecnológicas supervisen cada paso que dan en las redes». Y añade: «‘Lo que hace Facebook vulnera la legislación comintaria de protección de datos y debería frenarse en toda la UE».
En nuestro país, investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid han elaborado un estudio según el cual Facebook atribuye a más del 73 por ciento de los usuarios en la Unión Europea (el 40% de la población), al menos una de entre 500 preferencias publicitarias consideradas sensibles, tras un sofisticado proceso de filtrado y análisis de los datos con técnicas de procesado del lenguaje natural y clasificación manual para preferencias complejas de determinar con software. Dos de cada tres usuarios de Facebook en Europa están expuestos a campañas de publicidad segmentadas a partir de datos personales privados. En el caso de España, el porcentaje al que la plataforma asigna alguna de esas etiquetas es el 74 por ciento, el equivalente al 43 por ciento de la población.