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En el Vaticano han aceptado la dimisión obligada del obispo aleman que tiene las manos rotas y ha hecho unos gastos millonarios en su palacio episcopal y en las oficinas de la curia. Si existieran inspectores de situaciones similares procedentes de Roma, a más de un actual obispo se le enviaba a la cola del paro episcopal, donde actualmente está el aleman de la fotografia adjunta.
Porque, todos sabemos, si miramos a nuestro alrededor más inmediato cómo se ha hipotecado a algunas diócesis españolas para decenas y decenas de años levantando edificios docentes, oficinescos, palaciegos, similares al alemán y no han salido en los medios de comunicación social.
Además, el caso del obispo alemán obligado a dimitir era un timbre de gloria hasta hace sesenta años en la historia de la Iglesia Católica. Los obispos constructores, como les llama la historia, han sido los que levantaron catedrales majestuosas, capillas barrocas, seminarios inmensos….que siempre les valía puntos para subir en el escalafón y alcanzar un arzobispado mediano, donde seguían haciendo lo que sabían: construir museos, rodearse de una corte de artistas, donde invitaban a los diversos nuncios, a los que emboban y le rogaban que les diera otro arzobispado mayor y si fuese posible un capelo cardenalicio.
Todas las diócesis de España han estado plagadas de estos obispos constructores de edificios y de su curriculum vitae. Todavía perviven, ahora a la sombra, algunos de ellos que no deseo señalar por caridad, pero que todos conocemos.
Tomás de la Torre Lendínez
