Todo lo que le ha pasado a Cake Minuesa en el aquelarre terrorista de Durango es una metáfora completa de Intereconomía.
Intereconomía es ese periodista que delante de una tropa de asesinos ensoberbecidos se levanta y les insta a pedir perdón. Intereconomía es que unos te aplaudan y otros, estupefactos, guarden medroso silencio, porque hoy el sentido de la decencia ya no forma parte del criterio informativo. Intereconomía es que los matones te echen a patadas de los sitios, porque les molesta que les cantes las verdades. E Intereconomía es también, sí, que la mayoría de los parroquianos asista inmóvil a tu expulsión y agache la cabeza, no vaya a ser que a ellos les ocurra lo mismo.
Todo lo que le ha pasado a Cake Minuesa en el aquelarre terrorista de Durango es una metáfora completa de Intereconomía. Y es quizá la imagen más gráfica de por qué este grupo molesta tanto a tanta gente. Como cuando en La Gaceta localizamos a Bolinaga gozando de buena salud. Como cuando nuestra tele demostró las carnicerías de los abortorios españoles. Como cuando los alcaldes de cien pueblos de España –hoy se han olvidado de eso- pasaron por nuestros telediarios para explicar los agujeros que los socialistas habían dejado en las cuentas públicas. Como cuando nuestros programas desgranaron, uno a uno, los innumerables pufos del separatismo catalán. Como tantas otras veces. Todo eso es Intereconomía.
Antes se llamaba simplemente periodismo.
