Por Salvador Burguet.
Vivimos en una sociedad en la que el dicho de “la información es poder” ha llegado a su máxima consolidación semántica. Todo en nuestra vida gira en torno a saber algo que el otro no sabe, a poder adelantarnos a las decisiones del contrario porque tenemos esa información que nos proporciona ventaja. En los negocios, en las relaciones sociales, en la política, todo se basa en saber más que los demás. Pero, como todo en esta vida, esto acarrea manipulación, puntos vista interesados, análisis viciados, en definitiva, permite la capacidad de influencia sobre terceras personas, grupos sociales o empresas. Quizá el término de “influencer” tan de moda ahora tenga algo que ver en esto, seguro.
Yo dirijo una empresa privada de Inteligencia, creo que a las horas de hoy eso es de sobra conocido, y me asombro cada día de cómo personas que, más o menos, hacen lo mismo que yo, que tienen empresas como la mía, aunque en el extranjero, se dedican a hacer de “influencer”.
Siempre he considerado que, por muy difícil que sea abrirse camino en España, que lo es, nunca iba a cambiar la forma de trabajar. El trabajo de una empresa privada de Inteligencia no es crear estado de opinión, no es forzar puntos de vista sobre algo o alguien. No, el trabajo es diferente. Se trata de eso, de proporcionar Inteligencia, esa información analizada, contextualizada en tiempo y lugar, y luego expuesta con los parámetros propios del trabajo de Inteligencia. Lo demás es hacer marketing, productivo sin lugar a dudas, pero marketing.
Decía que en España, y hago un inciso, es difícil abrirse camino y es cierto. Y lo es porque no estamos acostumbrados a empresas como AICS. Lo es porque pensamos, como siempre ha ocurrido (será porque está en nuestro genes, creo yo) que lo de fuera es mejor, aunque eso de fuera nos llene de basura la bandeja de entrada del correo electrónico. Porque el marchamo Washington, London o New York, viste más que el mero de Madrid. Y será, también, porque estamos acostumbrados a salvar el expediente, a creernos los más listos y luego, cuando vienen mal dadas siempre acabamos por llamar a la misma puerta que está en cierto palacete a las afueras de Madrid, y que se llama Moncloa. Es triste pero es así. Y esto en el entorno privado, no voy a hablar del oficial que es peor.
Pero volviendo al asunto que me lleva a escribir este artículo hoy, decía que el trabajo de una empresa privada de Inteligencia no es hacer de “influencer”. Veamos por qué.
Ayer, desgraciadamente se produjo un incidente en Manhattan, famosísimo barrio de la ciudad de Nueva York. Un individuo, inmigrante, arremetió con su furgoneta contra los viandantes que discurrían por un carril bici y acabó con la vida de ocho de ellos. Posteriormente, como todos ustedes sabrán, acabó detenido por la Policía. Según algunos testigos, cuando abandonó la camioneta lo hizo al grito de “Allah Akhbar” (Alá es Grande), tristemente famoso mantra, una vez muestra de sumisión al Profeta y ahora símbolo del islamismo radical asesino.
Cuando esto ocurrió, todo el mundo pensó en que Estado Islámico, porque siempre es el mismo, estaba detrás. Especialistas, expertos, columnistas, articulistas, “twitteros”, aficionados, y hasta el ama de casa que estaba viendo Sálvame, pensaron que otra vez el terrorismo islamista había dado su zarpazo mortal. En la mayoría de ellos es lógico este razonamiento, y más su conclusión. Sin embargo, no es aceptable, ni coherente, ni ético, ni profesional, que algunas personas que dirigen
lo que se supone una empresa privada de Inteligencia se permitan el lujo, o la estupidez, de también llegar a la misma conclusión. No es aceptable que se intenten crear nexos de unión entre informaciones inconexas, que se repelen entre sí por lo inconsistente de la hipótesis que las quiere unir. Pero parece que el marketing es más importante. Y lo peor es que aquí, en este maravilloso país, eso vende porque se compra. No sé si por el marchamo de antes o porque no se tiene una idea clara de las cosas. Quizá lo segundo más que lo primero.
Si horas después de producirse el incidente en Manhattan, desde cierto portal presuntamente de Inteligencia, su directora buscaba establecer una relación entre una fotografía de las muchas que se publican en redes sociales con el conductor de la camioneta, y en definitiva con Estado Islámico, casi veinticuatro horas después, esa conexión la establecía entre la nacionalidad del conductor, emigrante uzbeko, y la misma organización terrorista (porque uno de los atentados cometidos en Turquía fue protagonizado por un uzbeko). Sin duda, poderosas razones.
Pero no, personalmente creo que el trabajo de una empresa privada de Inteligencia no es, de ningún modo, crear la noticia, sino analizar los hechos y buscar una explicación lógica del por qué, quién, y para qué.
En AICS dijimos que Estado Islámico no tenía nada que ver con los atentados de Barcelona y Cambrils, a pesar de que ese mismo portal ahora los ponga de ejemplo, cuando lo fácil hubiese sido decir que sí (al menos desde el punto de vista comercial). Teníamos razón, a pesar de los innumerables expertos que nos contradijeron. También dijimos, y lo hice yo personalmente en televisión, que había una red de coordinación en Europa para “ayudar” a esos que deciden pasar a la acción. También me contradijeron, y luego se demostró y se afirmó en esa misma cadena que existía. Eso es Inteligencia, ese es el trabajo de una empresa privada de Inteligencia.
Es muy fácil caer en las garras de la vanidad, del querer ser más listo que los demás, pero eso no es lo que busca un Cliente cuando contrata los servicios de una empresa de estas características.
En España no estamos acostumbrados a este tipo de servicios, lo he dicho antes. El ego nos puede ante la necesidad. Como una vez me dijo alguien que ocupa un puesto de cierta relevancia en determinado Cuerpo estatal, “nadie de fuera va a venir a decirnos lo que tenemos que hacer”. Estaba rechazando nuestra colaboración, remunerada, en la lucha contra el terrorismo islamista. Pues bueno, meses después se demostró que sí necesitan a alguien que les diga algo, no que les enseñe, no es el trabajo de una empresa privada de Inteligencia (en este caso hasta se podría), pero sí que complemente la labor de algunos Servicios. De lo contrario, otro 17 de agosto es más que probable. Y no se trata de esconder información, eso nunca, sino de conseguirla donde otros no llegan, no pueden o, tristemente, no saben.
Con ejemplos como el que se está viviendo con el incidente de Manhattan, este trabajo se desvirtúa. Una empresa privada de Inteligencia no es el centro de la noticia, porque entonces se convierte en una agencia de noticias, y en ese campo las hay y muy buenas, y en España de las mejores.
Creo que todos debemos aprender de estos errores, todos, y no volverlo a hacer porque, al final, los que ganan son ellos, los malos, los que asesinan sin compasión, los que buscan crear miedo, los que desafían a Occidente día a día.
Y ya puestos, mirar muchas veces lo que tenemos en casa nos puede traer muy buenas sorpresas porque, como alguien dijo una vez “el hábito no hace al monje”, y el cuño no implica calidad.