«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los españoles de El Aaiún vuelven a la escuela

El viaje de los españoles ha durado cuatro intensos días, llenos de visitas y actividades, y los miembros del grupo pasaron una de las noche en un paraje ubicado a 17 kilómetros al norte de El Aaiún.


Llevaba 43 años sin visitar el territorio de su infancia, su escuela entonces española del Sáhara Occidental. Hoy, Maite Menéndez Moro mira emocionada en El Aaiún una foto de los años setenta: «Estas niñas están jugando en el patio con cinco años, y esta de ahí soy yo».
Maite, que vivió con su familia en la capital del Sáhara Occidental durante la colonización española (1938-75), ha vuelto estos días como turista al lado de otros 48 españoles que como ella quieren visitar las casas y los centros escolares donde pasaron su infancia.
«Siento mucha pena, y al mismo tiempo mucha alegría por haber vuelto», añade durante la primera visita que realiza a El Aaiún desde su partida, entre los muros del que fue su colegio, el Instituto General Alonso, hoy rebautizado por la administración marroquí como Instituto Mohamed V.
Durante su estancia en este instituto los miembros del grupo visitaron las aulas, pasearon por sus patios, y hasta algunos de ellos volvieron a sentarse en las sillitas de los alumnos para recuperar sus memorias de infancia.
«Los niños que llevamos en nuestro corazón han estado presentes en esa cuesta mientras la recorríamos, es que solo nos faltaban los libros», escribió Maite al final de la visita.
Asimismo, el grupo de los españoles, que estaba acompañado por sus antiguos compañeros de clase saharauis, pasearon por las calles y los callejones donde jugaban de niños, como los del barrio Colominas, donde se encuentra el Colegio español la Paz, única escuela que España aún conserva en la ciudad.
El viaje fue organizado por la Asociación Generaciones de la Paz, creada en el 2013 por antiguos estudiantes de este colegio y que acepta también la afiliación de las personas que hayan estudiado en diferentes centros de enseñanza que había en la ciudad, como el Instituto Alonso, ubicado en el «barrio Parador».
El estatuto interno de la ONG, con 210 afiliados, ha dejado bien claro que «se prohíbe terminantemente utilizar la Asociación con fines políticos, tribales, sindicalistas o religiosos», un matiz importante en un territorio aún bajo disputa entre Marruecos y el Frente Polisario, según criterios de la ONU.
«Como siempre estamos conectados con las redes sociales, ha venido la idea de crear una asociación para estar en contacto con todos y organizar viajes», dijo a Efe el presidente electo de la asociación, Ahmed Dahi, uno de los saharauis residentes en El Aaiún.
Entre las actividades de la asociación está la organización de actividades culturales, educativas y deportivas para los miembros y familiares de la asociación, y la preservación de la cultura y patrimonio locales, manteniendo la lengua española como vehículo de comunicación entre los miembros de la ONG.
Durante esa visita, uno de los habitantes de la ciudad se enteró de que entre los visitantes estaba la hija de un antiguo militar español que trabajó en el Sáhara, y vino a pagar a la mujer el precio de tres cabras que le había dejado su padre cuando se marchó de El Aaiún, hace más de 40 años.
Dahi explicó que fue un «momento emocionante» y la hija no quiso aceptar el dinero.
Otra de las españolas tiene recuerdos más románticos: acaba de encontrarse con aquel novio con quien no pudo casarse por oposición de los padres del chico. Hoy, 43 años después, ha podido verlo, visitar su casa y conocer a la que luego fue su mujer y a sus hijos.
El viaje de los españoles ha durado cuatro intensos días, llenos de visitas y actividades, y los miembros del grupo pasaron una de las noche en un paraje ubicado a 17 kilómetros al norte de El Aaiún, donde comieron comida típica saharaui y durmieron en jaimas en pleno desierto.
Cuando el Sáhara estaba bajo la soberanía española vivían en todo el territorio 30.000 españoles (la mayoría en El Aaiún) junto a 74.000 saharauis.
Hasta el día de hoy, quedan en el Sahara al menos 12.000 nacionales españoles, todos saharauis de origen y que accedieron a la nacionalidad española durante la colonización.
«Volver, es como volver a dos planos diferentes: un El Aaiún que nada tiene que ver contigo, ese que ahora se pierde por sitios que yo nunca llegué. Y luego está el nuestro, el que está intacto en la calle y en el corazón. Ese que nos ha removido cada fibra de nuestros sentimientos», dijo Maite en su testimonio.

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