«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Miles de británicos marchan por la vida tras la muerte de Alfie Evans

Imagen de la Marcha por la Vida celebrada en Londres

El caso de Alfie Evans – un niño enfermo sentenciado a muerte por las autoridades británicas – sigue despertando indignación en una sociedad que ya ha soportado demasiados atentados contra el derecho a la vida


El pasado sábado Londres acogió dos manifestaciones de naturaleza opuesta: una convocada por activistas provida bajo el nombre de ‘Marcha por la Vida’ y otra – celebrada a modo de intolerante réplica – cuyo objeto era defender la cultura de la muerte, tan extendida en el mundo hodierno.
La primera de las marchas, con la muerte de Alfie Evans de telón de fondo, partió de un céntrico hotel de Londres en el que antes tuvo lugar un festejo pro-familia. Durante todo su transcurso, la manifestación estuvo rodeada de severos dispositivos de seguridad, dada la experiencia de la convocatoria provida que tuvo lugar el pasado año en Birmingham; convocatoria que fue interrumpida por la acción de grupúsculos proclives al aborto.
En aquella ocasión, tal y como recoge Life Site News, los abortistas consiguieron sabotear la manifestación: así, bloquearon durante un período de tiempo su acceso al centro de Birmingham. Los policías responsables de proteger el desarrollo de la marcha se revelaron incapaces de reprimir la agresividad exhibida por los contra-manifestantes, que obligaron a ancianos y niños a permanecer mucho tiempo de pie bajo una intensa lluvia.
Estos problemas no se reprodujeron en la marcha del pasado fin de semana en Londres. Ya el designado comisario jefe para ella, Francis Carey, vaticinó que ésta se desarrollaría con total normalidad, sin incidentes. Y así fue: la manifestación terminó en la plaza del Parlamento a la hora prevista.
En cualquier caso, como ya se ha señalado, un grupo de personas favorables al aborto – y dadas a gritar obscenidades – convocó una manifestación exclusivamente encaminada a sabotear la Marcha por la Vida, a la que acudieron más de 5000 personas.

Reino Unido y la cultura de la muerte

La convocatoria provida de este año ha tenido lugar en un contexto especialmente desfavorable para el derecho a la vida en Reino Unido. De este modo, acaba de ‘celebrarse’ el quincuagésimo aniversario de la legalización del aborto y hace unos meses se prohibió rezar u ofrecer ayuda en los aledaños de clínicas abortistas (legislación que viola de modo manifiesto el derecho fundamental de manifestación y de reunión).
Asimismo, el caso de Alfie Evans – un niño enfermo sentenciado a muerte por las autoridades británicas – sigue despertando indignación en una sociedad que ya ha soportado demasiados atentados contra el derecho a la vida: así, durante la manifestación, se lanzaron ingentes consignas contra los médicos y jueces que se afanaron en impedir la salvación del niño.
Desde hace unos años, la Marcha por la Vida ha crecido en apoyo e importancia pública. En cualquier caso, y dado el opresivo clima existente hogaño en Reino Unido, la cuestión es si las autoridades británicas prohibirán este tipo de manifestaciones pronto, del mismo modo que han prohibido las oraciones en los aledaños de las clínicas abortistas, esos lóbregos templos en que la ‘civilizada’ sociedad hodierna ofrece niños inocentes al dios de la muerte.

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