Dime con quien andas y te diré quien eres. Juan Carlos no se caracterizó durante su reinado por la calidad de sus amigos. La cárcel ha sido lugar habitual de fin de etapa de sus más allegados. La monarquía española, quizás mal asesorada, ha sido incapaz de “francisquear”. Su entorno han sido siempre personajes alejados de la realidad y pegados a sus privilegios y sus riquezas de aluvión.
El último congreso de madres solteras concluyò con un sobrio eslogan:”a lo hecho pecho”. Hoy el Jefe del Estado apechuga con todo lo hecho. Con su participación directa en los sucesos del 23 de febrero. Su lejanía con el pueblo soberano. Su incapacidad para moderar las irresponsabilidades de la política, renunciando a la defensa efectiva y consistente de la unidad de España. Su pérdida de control sobre la selección y la falta ostensible de adecuacion y preparacion de la que mañana puede ser Reina consorte. Su torpeza y opacidad en la gestión de sus finanzas personales pegaditas a Fasana, el gestor de las cuentas de Correa en Suiza. ¡A lo hecho pecho!
Y ahora toca la sucesión a la Corona. Felipe y Leticia se han forjado en sus visitas a La Sexta y sus cenas con Joaquín Sabina. Ellos sí que son modernos. Abortos, divorcio, pijerío rojiprogre, inanidad risueña para suceder al gran Patrón.
Los próceres del sistema han acordado ya los términos del recambio. Todo se ha previsto para que nada cambie, pero sobre todo para que “nadie” cambie. El gran totem se llama “estabilidad institucional”. Rajoy, Rubalcaba y La Casa se abrazan como en el corro de la patata mientras la calle se desgañita pidiendo autentica regeneración.
Tanto se han equivocado todos estos años que una parte de la derecha se alegra hoy de que la izquierda pida en la calle la tercera República. Nadie acepta hoy que la disyuntiva sea estabilidad frente a regeneración. La derecha y la izquierda quieren regeneración para conseguir la verdadera y sostenible estabilidad. Con las cuentas en Suiza y los sobresueldos en cajas de puros nada será sostenible.
El problema no es la izquierda radical, ni Pablo Iglesias, ni los esperpentos de la esquerra republicana catalana. El problema real de España es la pobreza y miopía de los representantes de sus instituciones fundamentales, empezando por la propia Corona. Una Corona destartalada reinando sobre una sociedad desarticulada y desconcertada.
La República no es una amenaza. La izquierda radical republicana y anticatólica si lo es, pero no más que la derecha traidora y descreída de sus propias raíces.
España hoy da de nuevo las cartas. Debe decidir entre romperse o permanecer unida. Entre crecer y progresar en un espacio de libertad y verdad o empobrecerse en un nuevo estatismo esterilizante. Hoy España, el pueblo español tiene una nueva cita con su historia. Hoy el comienzo de una tercera República puede ser la entronización de Felipe VI.
El Rey se va pero viene Sabina. Otro vendrá que bueno te hará, debe pensar Juan Carlos de Borbón.