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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Avanza la reconquista republicana

22 de enero de 2010

Los republicanos despidieron 2009 con una buena noticia: según Gallup, el número de norteamericanos que se consideraban conservadores superaba a los que se sentían liberales o moderados. Este dato coronaba un año de victorias políticas y sociales para ellos.

Por un lado, el resultado del referéndum de Maine en contra del matrimonio gay y las victorias republicanas en Virginia y Nueva Jersey. Por otro, importantes cambios de tendencia en la opinión pública: por primera vez en décadas, los provida superan en número a los proabortistas, la desafección generalizada hacia el proyecto de reforma sanitaria y los catastróficos datos de popularidad de Obama (por debajo del 50% y de la mayor parte de sus predecesores desde la época de Eisenhower).

Sin embargo, los problemas para los demócratas no han hecho más que empezar. La victoria de Scott Brown contribuye a alargar esta lista de felices acontecimientos y ha desatado la euforia entre las filas republicanas. Massachusetts, un escaño que se les había escapado durante décadas, incluidos aquellos años de revolución conservadora que llevaron a Reagan a la Casa Blanca, refuerza la moral de los republicanos para afrontar las elecciones que este año tendrán lugar; elecciones de medio mandato donde se renovará una parte importante del Congreso.

Si 2010 se presentaba como un año complicado, lo que atestigua la retirada de importantes demócratas como Chris Dodd, senador por Connecticut, que ha decidido no presentarse a la reelección ante las pésimas perspectivas que ya amenazaban a los demócratas, la pérdida de Massachusetts ha contribuido a ensombrecer más todavía su horizonte. Por lo pronto, la elección de Brown enriquece el debate sobre la reforma sanitaria dando voz y voto a los republicanos.

Pero el mayor beneficio que aporta es que, al margen del color político, su victoria tiene valor por sí misma. El sistema político norteamericano promueve especialmente la división de poderes lo que obliga a consensuar cualquier iniciativa política que se quiera llevar a cabo y evita que una mitad imponga sus postulados a la otra. Scott Brown restablece ese equilibrio tan necesario en el Senado que impide al partido mayoritario adoptar decisiones unilateralmente o, como es el caso, impulsar una reforma sanitaria que no tiene en cuenta la opinión de la mitad del país.

Ante esta nueva situación y el ya maltrecho plan de Obama, alejado de las propuestas radicales que con su proyecto original prometían revolucionar el sistema sanitario, los demócratas tienen dos opciones si quieren ver prosperar su reforma: forzar su aprobación inmediata con importantes renuncias o esperar y adoptar una solución no sólo consensuada entre sus filas, sino entre todos los representantes del arco político.

Y es que Obama va a tener que aceptar a regañadientes la dura realidad: que en política es infinitamente más complicado hacer que prometer.

 

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