«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Real Madrid o el elogio de la naturalidad

22 de agosto de 2016

Allá donde esté, Rita Pavone tiene que estar dando gracias por no vivir esta época futbolera. No lo habría soportado. “¿Por qué, por qué, los domingos por el fútbol me abandonas?”. La italiana no conocía la Supercopa del miércoles, la Champions del martes, la UEFA Europa League del jueves y, la guinda, el retal liguero del lunes. Por no hablar de los horarios. Me imagino a Tebas en la LFP, con el Excel, cuadrando horas, ¡dejadme solo, que estoy to’ loco! Resumen: el partidazo de anoche, nuestras ojeras, a lo Leonor Watling, de mañana.

Cada vez nos pilla antes La Liga en paños menores. Y eso que este año no hay Eurocopa, ni Mundial. Ah!, que tendrán tres semanas de vacaciones en Navidad ¡TRES! Acabáramos. Qué bucólico este arranque liguero. Con aroma fritanga de espetos del chiringuito; el reencuentro con el vecino de asiento mostrándote su verano lleno de fotos de pies; el serrín, donde venden los botes de cerveza, poniéndote las sandalias perdidas y esos kilos de cáscaras de pipas que sorteas hasta llegar a tu butaca. Todavía no había empezado y ya estaba empachada de fútbol, ¡un Almax! Ah, qué recuerdos cuando el ligue estival me llevaba al estadio de Mestalla y, después de las 272708378473 vueltas al césped de la orquesta de Liria, llegaba Francisco a cantar el himno, ‘Amunt, Valencia’, mientras sorteaba los murciélagos revoloteando por mi cabeza. Echo de menos esas botas que cuidaba el utillero a golpe de betún cada vez que veo a Morata con esas rojas. Claro que, la cosa de la indumentaria ya empezó mal con un Osasuna de verde, ¡verde! Y los comentaristas con la retahíla de “los rojillos”. A Luis Enrique aún le quedaba un poco de ese flow ‘pura vida’, de su Puerto Rico vacacional, hasta que al tercer periodista se le ocurrió preguntar, por cuadragésima vez, por Claudio Bravo. Las aletas de la nariz del entrenador blaugrana abrían y cerraban a punto del colapso. Casi suelta eso tan característico suyo de “chuminada” si no corta el jefe de prensa. Antes del festival goleador, Villar hizo entrega de la Copa de La Liga. Todo un detalle del presidente de la Federación, mejor al principio que luego no responde. Es lo que tiene quedarse frito en el palco. “¡Viva el furbol!”, diría al salir pitando hacia su asiento para quedarse, otra vez, con su cuello contorsionado. El partido tuvo su emotividad, era el último del portero blaugrana. El público quiso demostrarle su amor y, mientras colocaba la barrera por la falta que iba a tirar el equipo bético, le gritaban “¡Claudio, nosotros te queremos! ¡Quédate!” Y va Rubén Castro y les empata. Ay, qué gran oportunidad perdió el espectador culé de quedarse callado como Belinda. Suerte que a Arda Turan se le caen los goles de la misma gomilla del pantalón y está más generoso que Terelu echándose cucharadas de Cola Cao a la leche. Un no parar. Neymar, por si acaso, dejó un “no me olvides” en forma de golazo olímpico.

Los madridistas empezamos con la ilusión de confirmar que el pasado temporadón de Zidane no fue un sueño. Por mi parte, lo reivindico para los restos y voto por realizarle un altorrelieve glorioso. Se le puede seguir exigiendo, (nunca está de más exigir); pero, pegas cada vez menos: Equipo hambriento (a Asensio no le hables de tristezas). Presión en la salida del balón. Potenciando a los laterales. Zidane ha recuperado la efectividad de Kroos. Qué alemanidad (¿qué puñetas hizo Benítez con Kroos). Y, ojito a la gran evolución de Kovacic. Y, la unidad. Un Real Madrid solidario. En este equipo defiende hasta el cocinero. Importante esa solidez porque podremos decir adiós a la anterior caraja en la defensa. Y Bale, que parecía clonado en cada posición, con brega y ambición. Había que empezar bien esta temporada y este arranque da mucho para soñar. Más. Sevilla work in progress. Hemos pasado del “Sampaoli no llega al turrón” a “Sampaoli va a ser el organizador de la cena de empresa y además el Rey Mago de la Cabalgata». Somos así, o blanco o negro. Ni rumor de la gama de grises Pantone. Lo que nos lleva a la archiconocida bipolaridad de los periodistas deportivos. De todas formas, yo sólo tenía ojos para el otro banquillo. ¿Cuándo fue ese momento en que pasamos del ‘chandalismo’ al ‘pijamismo’? El atuendo de Quique Sánchez Flores era el eslabón perdido entre el chándal de El Tata Martino y las mallas de lycra de Luis Enrique. Quique, en realidad, seguía los consejos que te dan para sobrevivir al primer día de trabajo, “llega vestido como si aún estuvieras en el sofá de casa, viendo las Olimpiadas, comiendo pistachos”. El segundo día ya vas añadiendo detalles. Por ejemplo, te peinas. Ahora, ¿puede ser Quique el entrenador que mejor habla y con la voz más elegante en una rueda de prensa? Yo digo sí. Pero, la pareja que me tiene entusiasmada es la de Ibrahimovic y Pogba. Esa entrevista conjunta, esas risas de tonteo amoroso, “pásamela”, “no, pásamela tú”. Y esa ceja arqueada de Ibra de “no te pases un pelo”. ¿No les recordaba a la pareja del verano Rajoy-Rivera, el pasado miércoles, muertos de risa? Señores, arranca el espectáculo. Elijan el suyo.

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