«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

ETA: hablar con asesinos es rendirse a los asesinos

22 de marzo de 2017

Francisco José Alcaraz no ha tenido pelos en la lengua: ETA va ganando, en tanto en cuanto se le deja ganar. “Si un grupo de delincuentes asesinaran a sus hijos a navajazos al volver a casa ¿Se conformaría con que el Gobierno pidiera a los delincuentes que entreguen la navaja y se disuelvan? ¿Celebraría que 30 años después los asesinos le entregaran la navaja y siguieran en libertad? No, no lo aceptaría y lo consideraría una burla, una ofensa al sentido común pero especialmente al sentido de la justicia”. No hay mucho más que decir. Aunque parece que en la España de hoy hay que explicarlo a muchos. 

¿Qué importancia tiene que los asesinos etarras entreguen unas cuantas pistolas oxidadas y unos explosivos caducados? Ninguna. Sencillamente, ninguna. ETA estaba en vías de ser policialmente derrotada en 2004 y la definición legal de qué era ETA -es decir, la condena como terroristas de los miembros de sus brazos político, juvenil, sindical o cultural significaba su fin real. En parte rehecha después en lo terrorista y mucho más en lo político y social, no por habilidad de ellos sino por debilidad de los llamados a destruirla por completo, tomar en serio su “desarme unilateral” es un insulto a las víctimas del crimen y a la nación española entera. 

Lo que está sucediendo ni es culpa de las Fuerzas de Seguridad, sino de los políticos. Un ejemplar como Jean-Noël Etcheverry (a) Txetx, con su Bake Bidea, debería ser considerado a la par de Batasuna, Herri Batasuna y demás, es decir un activista político de los terroristas. No hay verificadores civiles posibles entre una banda de delincuentes y la Justicia; quien se coloque en esa posición es un enemigo del Estado y como tal debe ser tratado.

No hay pacto posible entre un Estado soberano y los que rompen la convivencia en su seno. La cuestión terrorista no se cierra con una “entrega de las armas” y una disolución. No hay disolución posible, porque no hay ETA legal posible. Todo este montaje es sólo propaganda de ETA. Una ETA que sabe aprovechar perfectamente la cobardía y debilidad de los partidos (y ahí no hay ni izquierdas ni derechitas) y el interés de los españoles por otras cosas, gracias a la crisis y a la propaganda de los grandes grupos de comunicación y de los mismos políticos.

¿Debe acabar ETA? Por supuesto, pero no con sus condiciones ni a su ritmo. ETA es una organización criminal, terrorista en su acción (no sólo con bombas, también con palabras y con otras acciones) y marxista y abertzale en sus ideas y programa. Está fuera de la ley. El hecho de pertenecer a ella, y el de defenderla, es en sí mismo delito. Debe seguir siéndolo, sin excusa ni pretexto. Si uno es ETA, o es Herri Batasuna, o es Jarrai, es un enemigo de la convivencia nacional y un terrorista y como tal ha de seguir siendo tratado.

¿Queremos que entregue sus armas? Sí, pero no es un regalo que nos hace sino su obligación. Todas sus armas, todos sus archivos, todos sus medios materiales y económicos. Y sin nada a cambio: es su deber. Desarme total.

¿Queremos que se entreguen los etarras? Sí, pero sin ninguna benevolencia. Los terroristas han de entregarse a las autoridades del Estado, y ante ellas confesar sus violaciones de la Ley y sus cómplices en ellas. Después de eso, ha de aplicárseles la misma Ley, sin excusa ni pretexto. Para eso están las penas: para que al cumplirlas se reintegren en la comunidad nacional que quisieron romper. No a cambio de nada.

¿Ha de tratarse de otro modo a los etarras presos? En ellos deben cumplirse las normas. Han de cumplir íntegras sus penas. En cárceles comunes. Y para evitar que se interrumpa su rehabilitación, han de estar lejos del medio criminal, sea de masas de presos como ellos sea de un ambiente favorable al delito. Por tanto, repartidos por las cárceles más convenientes de toda España. Cuando cumplan y paguen, recuperarán los derechos que ellos negaron a todos. Cumplimiento íntegro de las penas e indemnización a las víctimas materiales y morales.

¿Basta que se entreguen las armas y se entreguen ellos? No, porque hay 300 muertes impunes y muchos otros delitos sin aclarar. Los etarras, si quieren volver a la convivencia pacífica, han de facilitar toda la información necesaria, y así permitir que los criminales aún no juzgados reciban las penas pertinentes. Denuncia de todos los crímenes impunes.

¿Han de pedir perdón a sus víctimas? Sí, pero no al precio de poner a los criminales al nivel de los que los sufrieron. Aquí no hay dos fuerzas iguales que se enfrentan, sino un Estado, con sus servidores y su Ley, frente a unos asesinos que han de arrepentirse y cumplir sus penas, y luego demostrar su integración combatiendo contra una nueva entrega del mismo mal. No es lo mismo un policía que un terrorista, no es lo mismo el que mata para construir una utopía nacionalista y comunista que el que sirve a España y a los españoles.

¿Han de tener una recompensa política? Ciertamente no. No deberían tener presencia política, social, cultural, juvenil ni educativa. Además, el fin de ETA no deberá significar ni más medios o más competencias a la región autónoma vasca, ni la ampliación de ésta a costa de Navarra, ni la vasquización de Navarra, ni la presencia internacional del regionalismo vasco. Es más, en nombre del principio de igualdad entre todos los españoles muchas cosas podrían ser revisadas en justicia; y no digamos si tomásemos como modelo la gestión francesa de las identidades regionales, por ejemplo.Unidad nacional sin excepciones..

La justicia exige a Josu Ternera y a todos los etarras en la cárcel por los años que en justicia correspondan. Sólo el Estado ha de tener medios de guerra. No caben independentismo ni construcción nacional alguna en el Estado nacional español. Que cumplan sus condenas. Que supriman o en su caso combatan la violencia física o moral en las calles del País Vasco y de Navarra.No hay nada que hablar ni que negociar con ellos, será vergonzoso hacerlo o tener con ellos cualquier benevolencia o acercamiento político.Y, pasado todo eso, que vuelvan a ser aquella región tan admirada y querida que fue antes de que llegase el nacionalismo vasco, con o sin esta sangrienta versión comunista.

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