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la administración biden utiliza a los uigures para presionar al régimen comunista

Estados Unidos impone nuevas sanciones a China para obligarla a condenar la invasión de Ucrania

Antony Blinken, Secretario de Estado de los Estados Unidos.

Si una pregunta ha dominado a todas las demás con respecto a los interrogantes planteados por la invasión rusa de Ucrania, la que se refiere a la actitud de China ante el conflicto figuraba, y sigue figurando, en el ‘Top 10’. El gigante asiático es el verdadero rival geopolítico de Estados Unidos, decidido a recuperar la hegemonía sobre su ‘patio trasero’, el apropiadamente llamado Mar de China, y a quitarse la espinita de Taiwán.

Después de años de anunciar una alianza cada vez más estrecha -”sin límites”- con Moscú, nadie esperaba que Pekín se alineara con el enemigo americano para denunciar la invasión.

Lo máximo que podía esperarse es lo que ha ocurrido, a saber, que China no apoye activamente a su socio ruso. Y Washington debería darse con un canto en los dientes de que sea así, y dar gracias al Cielo de que el dragón asiático no vaya a echarle una mano a Putin.

Pero en la Administración Biden debían de haber faltado a clase el día en que se explicó que una guerra en dos frentes quizá no sea siempre la mejor idea del mundo, y han decidido buscarle las cosquillas a China con ataques verbales y, ahora, sanciones inesperadas.

Uno espera de un diplomático que sea diplomático, no que el jefe de la diplomacia norteamericana, el secretario de Estado Antony Blinken publique en su cuenta de Twitter un comentario así: “Quienes vulneran los derechos humanos deben seguir asumiendo las consecuencias. Estados Unidos ha tomado medidas para imponer restricciones de visado a los funcionarios de la República Popular China que intenten intimidar, acosar y reprimir disidentes y activistas de derechos humanos dentro y fuera de China”.

Ahora, no pretendo sonar cínico, y quizá las medidas contra los países que vulneran los derechos humanos sean algo más que postureo moral y tengan alguna eficacia real, aunque les ruego que no me pidan ejemplos, pero lo cuestionable es que sea esta la ocasión indicada para desairar a China.

Pues no: Blinken acaba de anunciar más restricciones de visado para los funcionarios chinos implicados en viejas investigaciones sobre las operaciones de limpieza étnica de los uigures. Repetimos: no parece el momento más indicado.

De hecho, parece evidente que la preocupación por los uigures no es la verdadera razón de ser de las sanciones, que tienen toda la pinta de estar motivadas por un intento de forzar a China a condenar inequívocamente la invasión rusa.

Blinken ha pedido a China que «ponga fin al genocidio y los crímenes contra la humanidad en curso en Xinjiang, las políticas represivas en el Tíbet, la represión de las libertades fundamentales en Hong Kong y las violaciones de los derechos humanos». Así, todo de golpe.

Y es que, añade, «estamos comprometidos con la defensa de los derechos humanos en todo el mundo y continuaremos utilizando todas las medidas diplomáticas y económicas para promover la rendición de cuentas”. Las de otros, se entiende.

Todavía no está claro cuáles y cuántos funcionarios estatales chinos se verán afectados por las nuevas medidas, que impedirán a los funcionarios afectados viajar a Estados Unidos. La Casa Blanca ya había hecho pública una nota en la que se urge a China a condenar la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

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