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'DECLAREMOS UNA AMNISTÍA PANDÉMICA'

La prensa covidiana pide negociar la paz con sus víctimas en EEUU

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Reuters.

Los últimos meses han sido fatales para el relato oficial sobre la pandemia y han revelado que las draconianas medidas a las que se sometió a la humanidad fueron inútiles para detener la peste y, en todo lo demás, absolutamente desastrosas. Casi todo lo que se nos contó sobre la plaga ha resultado, sino directamente falso, cada vez más cuestionable: confinamientos, origen del virus, eficacia de las mascarillas y la distancia social, eficacia y seguridad de las vacunas, número de muertos por (y no con) el virus.

Pero si todo lo aceptamos sin protesta fue, en gran medida, por unos medios que martilleaban con el terror y se mostraban entusiastas partidarios de los métodos más totalitarios para aplicar sobre la población, en un experimento social masivo sin precedentes en la historia.

Y ahora que el relato se cae a pedazos, esos mismos comunicadores del apocalipsis piden cerrar el debate y pelillos a la mar. Lo hacen desde uno de los buques insignia del sistema, The Atlantic, en un artículo titulado “Declaremos una amnistía pandémica”. En él, la profesora de la Brown University Emily Oster, defensora vociferante de las medidas más tiránicas contra la pandemia, suplica ahora la misericordia de los que sufrieron las consecuencias de las mismas medidas por las que abogó desde su puesto de privilegio: “Tenemos que perdonarnos mutuamente por lo que hicimos y dijimos cuando estábamos a oscuras sobre el covid. Reconozcamos que tomamos decisiones complicadas frente a una profunda incertidumbre , y luego tratemos de trabajar juntos para reconstruir y avanzar”. Resumiendo: sí, os destrozamos la vida inútilmente, pero es mejor pasar página ahora. Porque, ya saben, todo era muy confuso y nadie podía saber.

Solo que no es así. No fueron dos bandos en un debate sobre una cuestión dudosa, en la que unos y otros cometieron errores, no: un bando tenía el megáfono, era el único que podía hablar y, sobre todo, el único con poder para imponerse a los otros. El bando que dudaba fue acallado, censurado, castigado, ridiculizado, sometido al ostracismo, expulsado de la arena pública, despedido y arrinconado.

Había numerosas voces que alertaban que las medidas se basaban en argumentos acientíficos, y se las silencio deliberadamente. No solo desde la prensa convencional, sino también desde las grandes plataformas tecnológicas que, como se ha ido sabiendo, colaboraban estrechamente con la Administración Biden. En suma: hubo colusión para eliminar toda información contraria a la oficial.

Lo expresa bien Michael P. Senger, del Daily Skeptic cuando dicen que “no se pueden defender políticas extraordinariamente dañinas para otros, contra su voluntad, y decir luego “no es culpa nuestra, no se podía saber”. La ignorancia no es excusa cuando las políticas implican abrogar los derechos de los conciudadanos bajo un estado de excepción indefinido, mientras se censura y cancela a los que no lo eran, el resultado inevitable sería una sociedad en la que la ignorancia y la obediencia a la opinión de la mafia sería la única posición segura.

No, Emily, no vamos a pasar página. Que cada palo aguante su vela y que se diriman las responsabilidades, porque el daño ha sido colosal. Esa es la actitud mayoritaria de las víctimas en redes sociales frente a esta arrogante petición de “paz sin vencidos”.  

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