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ETA comunicó en 2011 el fin de la «lucha armada», no su disolución

Las victorias de ETA desde que su brazo político pasó a llamarse Bildu

El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegui. Europa Press

El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero admitió la semana pasada lo que tanto él como su partido y el entorno ha negado desde hace años: existe una hoja de ruta compartida con la banda terrorista ETA, a la que se ofreció el entrar en las instituciones a cambio de dejar de asesinar. Muchos aplauden esta decisión sin entender que es un gol por toda la escuadra de los terroristas regalado por los dos principales partidos de España: PSOE y PP.

Desde diferentes portavocías políticas y medios de comunicación se repiten dos mantras: que ETA ya no existe y que es gracias, principalmente, al PSOE. En el año 2000 el grupo terrorista llevaba hasta las últimas consecuencias la misma política que defiende Iglesias y Podemos y que se conoce como la «politización del dolor» o «socialización del dolor». Esto es el sustrato base del terrorismo. Golpear a los adversarios o a la sociedad civil hasta que el dolor es insoportable y ceden. O al menos ésta es la teoría. No cabe duda de que esto ha servido para convertir al País Vasco en territorio abertzale inexpugnable por la vía de la legalidad: control de medios de comunicación, del sistema educativo, del sistema penitenciario, beneficios fiscales y un largo etcétera.

Ese mismo año 2000 se firmó el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo (el conocido como Pacto Antiterrorista) propuesto por Zapatero y asumido por Aznar como presidente del Gobierno por aquel entonces. El acuerdo puede entenderse como una reedición del Pacto de Ajuria Enea de 1988, en el que ya se dejaba claro que, si ETA abandonaba el terrorismo, su versión política podría pasar a formar parte de la vida política española. Esto fue lo que el PP firmó en su momento, quizás a conciencia o porque nunca pensó que podría convertirse en realidad. La firma correspondía a los dos principales partidos pero nunca se censuró a otros menos a los separatistas vascos que habían firmado en su momento el Pacto de Lizarra (PNV y Herri Batasuna entre sus principales adheridos).

Fin de la «lucha armada», no disolución de ETA

En 2011 ETA comunicó el fin de la «lucha armada», no su disolución. La banda terrorista nunca se ha disuelto oficialmente, nunca ha entregado todas las armas ni se ha sometido a un juicio absoluto ni han mostrado arrepentimiento. ETA siempre fue un movimiento con sus partes militar y política. Ha parado de actuar la militar, es decir, la terrorista, pero la política sigue vigente. Es una realidad tan evidente como que Bildu lleva en sus listas a condenados por terrorismo.

El cambio interno que mostró el PNV con Urkullu separándose de la herencia de Ibarretxe en lo formal pero no en contenido, la tregua de 2006 de ETA y el inicio de conversaciones por parte de los socialistas con la banda hirieron de muerte ese pacto. Por si fuera poco, los atentados del 11M tuvieron como efecto un cierto blanqueamiento de la banda terrorista. De una u otra manera, el PP había sido utilizado por el PSOE para llevar a cabo un proceso de supuesta paz en un momento en el que la estructura etarra estaba infiltrada por las fuerzas de seguridad del Estado. El final estaba muy cerca y el PSOE con un PP noqueado tenía barra libre para revivir al muerto.

ETA marca el paso

El también condenado por pertenencia a banda armada Arnaldo Otegui amenazaba recientemente con publicar las actas de las reuniones con el Partido Popular. Una muestra de la inteligencia política del entorno de ETA, donde saben que todo gobernante trataría, por una u otra vía, de acabar con la violencia. El PP ha tenido acercamientos con la banda como los ha tenido el PSOE. Ésta es una baza política de Bildu, capaz de dinamitar la estrategia electoral de Feijoo de cara al 28M. Si se analizan algunos de los logros que el abertzalismo ha conseguido en las últimas décadas, con o sin ayuda de los gobiernos centrales, es difícil sorprenderse del blanqueamiento que el PSOE y el PP han hecho de Bildu:

  • Utilizar las reuniones con los partidos políticos como medida de extorsión y de presión mediática cuando interese. Los demás partidos se acusarán unos a otros de haberlo hecho e intentarán conceder lo necesario para evitar que se muestren públicamente sus vergüenzas y traiciones a las víctimas y a todos los españoles.
  • Transmitir la idea de que hay dos bandos legítimos en la lucha y que las víctimas de uno y de otro lado son igualables moralmente.
  • El asesinato como la mejor vía para insuflar un miedo en una sociedad concreta si es respaldado o apoyado con una actividad política enfocada al cuestionamiento de la víctima y no del asesino.
  • Conseguir que más partidos de los que originalmente estaban en su órbita compartan determinadas luchas políticas, lingüísticas y territoriales.
  • Control del relato político regional gracias al control de los medios de comunicación.
  • Control de la educación.
  • Expulsión de los disidentes y la imposición del silencio. La diáspora vasca cuenta con más de 250.000 vascos expulsados por sus ideas, ciudadanos que podrían cambiar de manera radical la realidad política vasca.
  • Normalización de sus propuestas políticas como mal menor ante la presión de los asesinatos. «Al menos han dejado de matar» o «mejor en la política que asesinando» son dos frases que se escuchan demasiado hoy en día.
  • El asesinato como la mejor forma de sumisión. Los casi 1.000 muertos de ETA han merecido la pena en su entorno. Muchos no podrán vivir sus logros pero los herederos políticos y sociales ahora dictan la política regional y nacional viviendo del dinero de aquellos que desprecian y asesinaban hasta hace muy pocos años.
  • El Estado de Derecho en la democracia no aguanta si los políticos no están a la altura. Los terroristas prefieren el disenso político y la atomización antes que la unidad. La España del régimen del 78 ha sido una bendición para sus intenciones políticas.
  • Modificar el relato: ETA es pasado; el franquismo es el presente. ETA no existe porque no asesina, el franquismo sigue vigente porque este sistema es heredero político del régimen anterior. No hay que preocuparse de los cadáveres aún calientes, mejor centrarse en los de hace 90 años.
  • Damnatio memoriae. Utilizar el control político, mediático y educativo para ir borrando todo rastro de la actuación de ETA y sus resultados. Nadie se acordará de sus víctimas, por lo que nadie se acordará de la banda. Si se olvidan los asesinatos, se olvida a los asesinos.
  • Mostrar voluntad de acercamiento. Cumplir con los mínimos puntos necesarios para que los adversarios entiendan buena voluntad.
  • Conseguir el control del sistema penitenciario y el acercamiento de los presos a cambio del apoyo de presupuestos generales, etc. La traición institucionalizada gracias a la democracia. Aprovechar los errores del sistema para someter al sistema.

En las últimos años, ni desde ETA ni desde su brazo político (ahora Bildu) se ha mostrado vergüenza del pasado ni debilidad. En política no existen los espacios vacíos, y los abertzales, con pistolas o con escaños, se han dedicado a ocupadar los que han dejado libres el PSOE y el PP desde hace tiempo.

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