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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Rusia acusa a Estados Unidos de seguir una 'política de amenazas' con Irán

De lo que da la sensación, en realidad, es de que Estados Unidos se está ajustando a un guión que nos sabemos ya de memoria y que debería llevar, pari passu, al cambio de régimen en Irán o a la guerra.

«Preocupa que en Washington crece como una bola de nieve la campaña contra Irán», ha declarado en rueda de prensa la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova, en respuesta a las doce condiciones que plantea Washington a Teherán para no imponerle duras sanciones económicas. «Da la impresión de que Estados Unidos se ha decantado definitivamente por la política de amenazas hacia Irán».
De lo que da la sensación, en realidad, es de que Estados Unidos se está ajustando a un guión que nos sabemos ya de memoria y que debería llevar, pari passu, al cambio de régimen en Irán o a la guerra. O, posiblemente, ambas cosas.
Las «sencillas» demandas en cuestión las expuso el nuevo secretario de Estado y antiguo espía Mike Pompeo en su primer discurso como máxima figura de la diplomacia americana. Y podrían resultar aceptables solo en el caso de que Irán, en lugar de ser un Estado soberano, fuera una remota dependencia imperial.
Ni con las mejores intenciones del mundo puede verse cómo podría cumplirlas Irán sin renunciar a su soberanía y declararse Estado vasallo de Washington; parecen, y con toda probabilidad lo están, diseñadas para que no puedan aceptarse de ninguna manera y se pueda pasar a la segunda fase del plan.
Rusia, por boca de Zajárova, ha dejado claro que esas condiciones son «absolutamente inaceptables para Teherán», que las últimas sanciones contra el país asiáticos son «ilegítimas» y que Moscú piensa «seguir en la senda de la cooperación multilateral» con la República Islámica.
Pompeo exige el abandono «permanente» de las dimensiones militares de su programa atómico, el fin del enriquecimiento de uranio y el acceso incondicional al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) a todas sus instalaciones nucleares; el fin del programa de desarrollo de misiles balísticos, la liberación de los estadounidenses detenidos en Irán y el fin de su apoyo al grupo libanés Hizbulá, a los palestinos Hamás y Yihad Islámica, a las «milicias chiíes» en Irak y a los hutíes en Yemen.
Esto último es especialmente ‘gracioso’, porque Estados Unidos es entusiasta aliado de Arabia Saudí -esa meca de los derechos humanos y la democracia- en su guerra ‘invisible’ (en el sentido de no figurar destacada en los grandes medios de comunicación) contra el Yemen, que está provocando muertes de civiles y hambrunas como para que Ivanka Trump tuviera un álbum completo de fotos de niños sufriendo o muertos.
«Como hemos visto en las protestas por el hiyab, los brutales agentes del régimen parecen especialmente aterrorizados por mujeres iraníes que exigen sus derechos», ha declarado recientemente Pompeo en un discurso ante la Heritage Foundation. «Como seres humanos con una dignidad inherente y derechos inalienables, las mujeres de Irán merecen las mismas libertades que poseen los varones de Irán».
Lo que resultaría de lo más convincente si no fuera por ese pequeño detalle, esa minucia: la estrecha, casi romántica relación de Washington con Arabia Saudí, donde, informa el Washington Post, varias activistas han sido arrestadas por pedir el fin de las leyes que obligan a toda mujer a depender de un tutor varón y a ir en público acompañadas por él y el derecho a conducir. Piden para ellas veinte años de prisión.

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