Uno podría pensar que después de Hugo Chávez no podía existir un Presidente peor para manejar los asuntos económicos de un país. Y es que manejar una bonanza petrolera sostenida por más de 10 años y dejarnos sin ninguna obra material relevante, hace muchos méritos en la cartelera de los incapaces. Pero allí es cuando Nicolás Maduro desafía cualquier pronóstico: su paso por Miraflores, que lamentablemente ya supera los 7 años, ha convertido a Venezuela en una nación de mendigos.
En la titánica tarea de destruir a un país y a su economía Maduro no ha corrido solo. Luego de llegar a la silla presidencial debido a la muerte de Chávez y echando mano de lo que probablemente fue su primer fraude electoral, por allá en 2013, el otrora sindicalista ha contado con asesores “de primera línea”. Entre ellos destacó desde la primera hora uno de origen español que hoy se sigue vendiendo a nivel mundial como un gurú en materia económica y modelos alternativos de desarrollo para las naciones: Alfredo Serrano Mancilla.
La salida del poder de la mente maestra detrás de la mayoría de las políticas económicas de Chávez, Jorge Giordani, y la defenestración del otrora zar de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), Rafael Ramírez, le permitió a Maduro crear su propia corte de asesores. Y en ello Serrano Mancilla despuntó como el más importante.
Este andaluz, que llegó al entorno de Maduro con fuertes credenciales (es Doctor en economía por la Universidad Autónoma de Barcelona y posee además estudios de Post-Doctorado en la Université Laval, de Canadá) es uno de los mayores defensores de la teoría según la cual factores nacionales e internacionales de la “contra-revolución” se han coaligado para someter a Venezuela a una “guerra económica”; todo para deponer al chavismo.
Y en las guerras no hay tregua, sino fuego contra el enemigo. No podía esperarse nada distinto de quien nunca ha ocultado estar en lucha impenitente contra el capitalismo, como es el caso de este flamante asesor.
Los consejos de Serrano parecen haber calado bien en Maduro, quien en sus primeros años al frente del poder se encargó de desplegar una lucha contra productores y comerciantes que rememora los años más viles de Chávez. Panaderías que eran tomadas por burócratas tributarios de la revolución, fincas que eran asaltadas por militares y grupos armados del régimen, tiendas de electrodomésticos que eran sometidas a vender los productos “a costo”, para luchar contra la especulación criminal de la derecha. Eso al parecer fue lo que recomendó el español, y Maduro lo puso en práctica al pie de la letra.
Sobre Venezuela la izquierda puede inventar y argumentar cualquier cosa. Pueden decir que estamos luchando contra el capitalismo y el imperialismo. Que los avances de la revolución son innegables. Lo que no se puede ocultar es la magnitud del desastre económico que nos ha legado Maduro: hasta 2020 el país acumula 7 años seguidos en recesión económica, con una caída por encima del 80% en su Producto Interno Bruto con respecto al 2013.
Como si eso fuese poco, Venezuela es actualmente el referente obligado al hablar de procesos hiperinflacionarios del mundo, acumulando a la fecha más de 3 años seguidos en hiperinflación (la Asamblea Nacional de Venezuela señala que nada más en 2019 llegamos a registrar una inflación de más de 7000%).
La responsabilidad de Serrano Mancilla en la aparición de estos siameses diabólicos (recesión e hiperinflación) es indudable. Aunque el país ya atravesaba dificultades en años previos, es a partir de su entrada en escena -por allá en 2014- cuando la economía venezolana comienza a crujir. Es, por cierto, justamente en aquél año cuando el asesor publica un fastuoso libro en el que alababa las ideas del fallecido Teniente Coronel golpista, padre eterno de la revolución bolivariana: “El pensamiento económico de Hugo Chávez”.
En Serrano, Nicolás Maduro creyó tener una revelación bíblica, al calificarlo como “el Jesucristo de la economía”, al tiempo que le alababa como uno de “los economistas e intelectuales europeos más estudiosos de la economía y los fenómenos del siglo XXI que están surgiendo”.
El ascendente del andaluz sobre el tirano venezolano llegó a ser de tal calibre que logró que este último nombrara Ministro de Economía en enero de 2016 a un joven sociólogo llamado Luis Salas, quien solo duraría un mes en el cargo. Salas era famoso por defender una posición según la cual “la inflación no existe en la vida real”, sino que más bien se trata de una construcción mental que se puede alejar en la medida en la que no se piense en ella y se combata frontalmente a los especuladores que aumentan los precios de las cosas. Un genio digno del Nobel.
Durante todo este tiempo Serrano también ha sido el directivo principal del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), una suerte de Think Thank fundado desde Ecuador por personajes vinculados a PODEMOS para promover las ideas de extrema izquierda en América Latina.
Allí figuran antiguos integrantes de la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) como Juan Carlos Monedero. CELAG, que existe desde 2014 y fue fundada cuando Rafael Correa aún era Presidente del Ecuador, es probablemente el relevo e intento de lavado de cara de una CEPS que se vio envuelta en escándalos cuando justamente en ese año se supo que había recibido casi 4 millones de dólares por concepto de “asesorías” prestadas al chavismo.
Hoy todos sabemos que aquello fue el mascarón de proa para financiar al PODEMOS de Iglesias y su revolución chavista a la española.
Actualmente Serrano sigue activo y muy campante, escribiendo columnas y artículos académicos desde CELAG, especialmente en contra del neoliberalismo que tanto deplora. Su nombre en Venezuela ya no es tan mencionado. Pasó y destruyó, sin pagar por la responsabilidad directa que tuvo en la quiebra de un país entero.
Por estos días se ha sabido incluso que el otrora flamante asesor de Maduro ahora presta su servicio a otro infame personaje que avanza a pasos agigantados en el proceso de destrucción de un país: el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.