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PESE A LOS MÚLTIPLES ESCÁNDALOS DE CORRUPCIÓN

Altuve-Febres, jurista peruano: ‘Castillo se sostiene gracias a los poderes fácticos a los que concede beneficios encubiertos’

El presidente de Perú, Pedro Castillo
El presidente de Perú, Pedro Castillo. Europa Press

A pesar de su evidente desgaste político, el comunista Pedro Castillo se mantiene en la presidencia del Perú gracias a una alianza con los principales poderes fácticos que gobiernan el país andino tras bambalinas.

En el Perú, esta suerte de deep state criollo estaría conformado por algunos empresarios, operadores políticos y judiciales, miembros de ONG financiadas con capital extranjero, periodistas y académicos. Su influencia sobre la opinión pública -por lo menos en la clase media capitalina-, así como su maquinaria propagandística y de amplificación, les permite construir un relato alternativo que deshace y supera al hecho fáctico.

Esta sería la única explicación para entender como Castillo, involucrado en constantes escándalos de corrupción -el más reciente le señala como presunto cabecilla de una organización criminal, según declaración de una aspirante a colaboradora eficaz ante la Fiscalía-, ha podido sobrevivir a la persistente crisis política que azota al Perú desde que este ocupó el Poder Ejecutivo tras ser declarado ganador de las controvertidas elecciones generales 2021, en medio de acusaciones de fraude.

Para desarrollar esta hipótesis, conversamos con Fernán Altuve-Febres, jurista, historiador y catedrático peruano, exregidor de la Municipalidad Metropolitana de Lima y excongresista de la República, uno de los principales opositores al desgobierno de Perú Libre -partido marxista leninista que llevó a Castillo como candidato presidencial y que también ha sido señalado como presunta organización criminal-.

Algunos señalan que el régimen podría tener las horas contadas por la moción de vacancia presidencial que baraja presentar la oposición, aunque Altuve parece no ser muy optimista con este rápido desenlace.

-La pregunta del millón sigue siendo la misma: ¿Qué permite a Pedro Castillo mantenerse en el poder a pesar de los serios cuestionamientos en su contra, incluidos sus vínculos con presuntos actos de corrupción?

Poderes fácticos, esa es la respuesta simple. El Perú ha sido gobernado durante los últimos veinte años por coaliciones de partidos políticos relativamente débiles que han generado que, después de los procesos electorales, donde estas coaliciones o alianzas políticas han logrado ubicar un candidato en la presidencia, ese candidato vea que no tiene los suficientes resortes de carácter político-partidario para poder gobernar la estructura del Estado, ni para poder establecer una sólida mayoría de carácter parlamentario, lo que les ha llevado a sostenerse en poderes fácticos.

Estos poderes fácticos han sustituido a los partidos políticos prácticamente desde el primer día en el gobierno de estos mandatarios, quienes llegaron a la presidencia con partidos más o menos sólidos para el proceso de elección, pero totalmente desvestidos de capacidad para gobernar. Estamos hablando de una tecnocracia que se ha convertido en un poder fáctico. Estamos hablando también de una prensa que ha sustituido la estructura de difusión partidaria, de sectores del gran empresariado que han sostenido a través de tecnócratas o personas afines a sus grupos a estos gobiernos. Ha habido una estructura de organizaciones no gubernamentales que han fungido de partidos políticos informales, una suerte de pequeña oligarquía seudo intelectual, promotora de la agenda progresista internacional, que tiene como objetivo vivir de los recursos del Estado a cambio de prestarle sus servicios técnicos y blindarle políticamente atacando y neutralizando a sus adversarios.

Toda esta estructura de poderes fácticos sostuvo a los gobiernos peruanos prácticamente hasta el 2018. En este año empieza una crisis política que ha sido muy aguda, pero que en el fondo también ha sido sostenida de una que otra manera por poderes fácticos. Y en estos últimos siete u ocho meses de la presidencia de Pedro Castillo, estamos en una situación similar, donde este gobernante se sostiene por poderes fácticos, que lo apoyan de manera encubierta, o poderes fácticos que no le son afines, pero tampoco lo atacan de manera decidida. Como una muestra, vale observar la timidez, por utilizar un término elegante, que tiene el empresariado en relación al gobierno.

La oposición peruana, tanto en el Parlamento como en la calle, ha demostrado ser bastante torpe respecto a su misión de fiscalizar al gobierno de Pedro Castillo y generar consensos para formar un frente único. ¿Cuál cree usted ha sido el principal error de esta desde que asumió Castillo la presidencia el 28 de julio de 2021?

Para hacer un análisis objetivo y justo, debo agregar que, si bien he señalado que el principal sustento de Pedro Castillo han sido los poderes fácticos ya mencionados, debo precisar también que otro grupo que sustenta a Castillo es la oposición. La oposición es la responsable de que este Gobierno, con la magnitud de escándalos de corrupción que lo ahogan desde que ocuparon el Ejecutivo, no se haya ido a su casa.

Toda oposición tiene una sola obligación: construirse como una alternativa al Gobierno vigente. Si no se construye como una alternativa de Gobierno, es decir, las personas que están en la calle no se hacen la idea de que esos personajes que critican y no gobiernan tienen la capacidad de poder gobernar, si esto no se logra, esa oposición no tiene capacidad de ser alternativa y no tiene capacidad de desplazar, primero en el imaginario social, luego en el imaginario ideológico, y finalmente en un proceso electoral, al Gobierno o a los aliados de un gobierno.

La oposición peruana, constituida por una suma de individualidades, son infinitamente superiores en términos profesionales a las personas que están en el Gobierno actual, pero no construyen esa alternativa al poder vigente porque no tienen la capacidad de consenso ni unidad. Y llegamos a esta paradoja, que los torpes unidos siempre pueden más que los capaces desunidos. Mientras la oposición no pueda presentarse como un grupo capaz de ser una alternativa al Gobierno su oportunidad se diluirá.

Las declaraciones de la empresaria Karelim López como aspirante a colaboradora eficaz ante la Fiscalía que implican a Pedro Castillo en presuntos actos ilícitos, incluso señalándole como cabecilla de una organización criminal, se perciben como la gota que finalmente derrama el vaso de este corto y dramático gobierno. ¿Usted cree que esto sería suficiente para acabar políticamente con Castillo?

No lo puedo saber. Hace muchas semanas que estoy esperando esa gota que derrame el vaso, pero siempre encuentran aliados para que ese vaso crezca y crezca. Yo no podía pensar que, habiendo descubierto 20.000 dólares en un baño del Palacio de Gobierno al costado del Despacho Presidencial, un Gobierno podría durar. Que con las imágenes en video de toda la fila de lobistas corruptos asistiendo a la salita de Breña [domicilio privado de Castillo donde habría despachado con empresarios y altos funcionarios lejos de los controles de transparencia] este Gobierno podía mantenerse en el poder. Sin embargo, este Gobierno sigue durando. Y sigue durando gracias a los poderes fácticos aliados de Castillo que tienen intereses de que este Gobierno les siga dando cada día más beneficios encubiertos.

Los beneficios obtenidos por la señora Karelim López son los visibles, pero detrás de estos hay una infinidad de actos de corrupción que todavía no son perceptibles ni visibles para los peruanos. Estas declaraciones podrían darnos una esperanza que tal vez no llegue a cumplirse. Para mí, hace mucho tiempo que este Gobierno tendría que haber terminado por las evidencias de corrupción abrumadoras. Pero, hay gobernantes corruptos, y hay corruptores que no aparecen. En los procesos peruanos, la justicia ha sido muy enérgica con los corrompidos, pero muy lenta y discreta con los corruptores, que hasta ahora no han pasado por las salas judiciales. Entonces, cada vez que aparece un escándalo de corrupción que involucra a un Gobierno caen las cabezas de ministros, asesores, secretarios, pero… ¿y el corruptor? ¿Y el gran beneficiado?

El proceso anticorrupción peruano tiene una trastienda negra que no ha sido tocada. Se ha sacrificado en el altar de la justicia al corrompido, pero se ha encubierto convenientemente al corruptor, y ahí es donde residen los poderes fácticos que siguen sosteniendo de manera impresionante a los gobiernos debilitados del Perú.

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